Mientras el municipio apura en el Concejo ordenanzas para emparchar el texto original, la Provincia exige definiciones y precisiones al ejecutivo. Hay puntos críticos donde se necesitan una definición por parte del ejecutivo municipal, que hasta ahora sigue brillando por su ausencia. Desde la oposición, la posición es más cómoda, mientras Poletti se corre contra el reloj, esperan sentados que pague el costo político del asunto.
En medio, una sociedad que apuesta a mejorar la calidad de vida y se preocupa por el medio ambiente, y por otro lado millones de dólares frenados por la incapacidad de dar una solución definitiva al código.
La pregunta que resulta es la siguiente: ¿cuenta Ramallo con el consenso pleno de continuar con el Código aprobado en 2014 o es necesario discutir uno nuevo?
Los pedidos de Provincia
Desde la Dirección Provincial de Ordenamiento Urbano y Territorial le exigió al gobierno de Mauro Poletti una pronta definición en torno a los puntos que no están claros en el código. Este organismo ya ha tomado intervención en varias oportunidades, planteando cuales son los ajustes necesarios al código en evaluación y en particular le ha solicitado al municipio que se expida al respecto en los siguientes puntos:
– Que aclare las designaciones castrastales señaladas por el organismo;
– La opinión del municipio en relación a los informes de Bosques Nativos;
– Posición del municipio respecto al impacto que produciría la modificación normativa propuesta a los humedales y recursos naturales;
– Determinación con mayor precisión del área histórica denominada “El Tonelero”;
– Y la consideración del ejecutivo con respecto del asentamiento de viviendas del paraje El Tonelero.
De todas maneras, el municipio realizo un informe firmado por Poletti en el dio respuestas a estos pedidos, entre otras cosas sostiene que la modificación normativo no generaría un impacto significativo sobre los humedales y recursos naturales dado que la mayoría se encuentran ubicados en sectores dedicados a actividades económicas que no modifican sustancialmente su estructura ecológica original. Además de incluir las correcciones castratales, un informe sobre bosques nativos realizado por un ingeniero forestal, la identificación del sitio histórico y el compromiso de realizar un censo sobre el asentamiento precario de viviendas existente en el paraje.
También el municipio envió una batería de ordenanzas y decretos que modifican ordenanzas anteriores.
Esto género que la provincia recomiende realizar “un proyecto definitivo del código propuesto”, es decir que resuelva todas las observaciones realizadas a lo largo de la evaluación y mejore su comprensión.
Discutir un nuevo código
Dentro de las recomendaciones que hace la provincia, desliza la necesidad de formular una ordenanza definitiva que en su cuerpo derogue todas las anteriores. Es decir, la Dirección Provincial de Ordenamiento Urbano y Territorial le “recomienda” al municipio de Ramallo que sanciones un nuevo código, que contemple en el texto y los planos los datos concretos, que los informes técnicos los realice un profesional que entienda en el área y que se ajuste a las leyes vigentes.
También, el pedido de provincia tiene asidero a que todos los documentos de las certificaciones estén actualizadas, ya que los presentados se encuentran vencidos.
La necesidad de discutir un nuevo código de ordenamiento territorial es primordial, no solo para cumplir con lo que exige la provincia, sino para adecuarlo a la discusión actual. Subsanar lo que el código de 2014 omitió, deliberadamente o no, para una mejor zonificación del Partido de Ramallo y planificar seriamente que futuro productivo queremos.
Hoy la ordenanza votada, todos sus parches y remendadas, sumado a los certificados vencidos, hacen de la homologación del código una certeza lejana. Ramallo perdió mucho tiempo, y ante esta insistencia corre el riesgo de seguir perdiéndolo. Es necesario discutir un nuevo código, que cumpla con los procedimientos establecidos, que se consulte a la ciudadanía y que busque el perfil de desarrollo de una sociedad que exige reglas claras de juego.
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