Días atrás, Jorge Núñez entrevistó en “Conectados” a Ana María Cobo, una amiga que compartió parte de su infancia con Roberto Sánchez, el inolvidable “Sandro”.
A raíz de la serie que semanas atrás finalizaba y tuvo como objetivo, de alguna manera, ilustrar como fue la vida del “Gitano” (como lo llamaban a Sandro) y recordar parte de su carrera como cantante. A muchos les pudo haber gustado a otro tanto no, ya que muchos criticaron la manera en que ilustraron, en algunos capitulas, la imagen de este reconocido y conmemorable artista argentino.
Al comienzo de la entrevista Ana expresó: “me llenó de emoción ver esta serie, me hizo recordar muchas cosas de la infancia, aunque en los último tiempos no estuvimos, nos manteníamos en contacto. Muchas cosas de él, las supe solo por las noticias, pero los múltiples recuerdos que conservo en mi memoria, que son de cuando éramos pequeños y hasta la adolescencia, son inolvidables”
“Éramos como de la familia, ellos venían en tren desde Buenos Aires a la Violeta porque sus abuelos tenían una quinta allí. Vivíamos en el campo, como a 6 kilómetros del pueblo y estábamos emparentados porque una hermana de mi papá estaba casada con un hermano de Sandro. Mis abuelos y los de él eran consuegros, así que mantuvimos una relación de primos. A Roberto le encantaba montar a caballo, todos los veranos venían a la Violeta, se quedaba a dormir en la casa de mi primo Rubén, en mi casa y la de otros conocidos también. La relación que manteníamos era tan estrecha que un día que fuimos a la Violeta a visitarlos, Nina que era su madre le dijo a mi Papá, Rafael, me dijo Roberto (Sandro), que se quiere ir con ustedes. Yo te recomiendo que tengas cuidado con el molino, y el tanque australiano, le dijo Nina porque como era tan andariego e inquieto tenia temor que se callera por allí. Esto fue más o menos cuando él tenía 13 años».
«Era un chico muy inquieto y andariego, siempre hacia flechas y construía cosas con lo que encontraba. Una vez había hecho un columpio o especie de hamaca con un fierro y una soga ató todo a una planta y veíamos como volaba con eso. Un día se encontró un vestido negro de mi mamá, que lo había usado en el luto de mi abuela y se lo puso, se subió encima de las planta y por allí me vio con una muñeca, se baja de esa planta y parecía como un sacerdote, me dijo ven que voy a bautizar tu muñeca; al rato, como estábamos con otras prima Olga y Rubén Cobo, les dijo que los iba a casar, tenía muchas ocurrencias. Jugábamos todos juntos y éramos felices. Otra anécdota era cuando lo veíamos jugando sólo con unos soldaditos de plomo entre todo el patio y los arbustos, se sentía muy libre y lo disfrutaba mucho».
«El realizó una película de gitano, a partir de allí le quedó un poco de eso de gitano a Roberto, desde la juventud ya tenía eso de divertirse, de pequeño se veía que le gustaba la música, el baile de flamenco y recuerdo que su abuela Casilda, lo observaba y él le decía “Si no te gusta, date vuelta y mirá la pared. Lo llevaba en el alma la música”.
“Era una mujer pequeña y con problemas, mucha dificultad para
caminar porque tenía artritis, sufría de muchos dolores, pero igual siempre recorrían la Violeta y saludaban a todos. Como a ella le gustaban mucho los higos, mi madre en la época del verano le llenaba una latita de higos para que se los llevara a Buenos Aires”.
Entre tantos sentimientos encontrados, le preguntamos por Vicente,
el padre de Sandro, en la serie se ve como un tipo serio pero que después terminó apoyándolo totalmente. Sobre esto Ana dijo que “tuvo unos padres maravillosos gran amigo de mi papá. Fueron a la escuela primaria juntos. El padre de él, Vicente, era un repartidor de vino, siempre andaba en una motito con un carrito atrás, a veces andaban los tres, Sandro adelante y Nina sentada atrás. Tristemente falleció muy joven, a sus 48 años y a partir de ese momento le fue un poco difícil a su madre venir a la Violeta, pero un tiempo después vinieron con su mamá y sus abuelos Sánchez, yo ya andaba de novio con Gerardo, allí lo conoció y jugaron con el abuelo de Sandro al truco, luego se fue con su chofer, su mamá y su primo, a dar una vuelta por Pérez Millán, allí tenían el Rambler Amssador, y se colocaba un bigote para pasar de incognito, así poder estar tranquilo, son muchas anécdotas que tengo de él”
“Nos emocionamos queríamos estar al pendiente de todo lo que él hacía, hasta donde llegaba, su perseverancia, sus ganas de triunfar de llegar muy alto, su tesón , su fe, el apoyo de sus padres, y cuando se hace lo que le gusta se logran muchas cosas”.
“Una tarde fuimos a visitar a Vicente y Nina que Vivian en un conventillo de Valentín Alsina, así le decía Vicente porque era un pasillo largo. Nos reciben sus padres y nos dijo que Roberto estaba viendo tele y se encontraba en la habitación de sus padres, allí mi hermano y yo nos fuimos a ver tele con él. Roberto estaba acostado tapadito con una sábana mirando una película… voy a comentar algo que nunca le había dicho a nadie: Yo fui la única persona que a los 17 años vio a Roberto en sleep pero eso sucedió cuando terminó la película porque él se levantó a cambiar la tele y luego se volvió a costar. Ya éramos como familia, compartimos momentos maravillosos. Luego la madre nos invitó al otro día almorzar ya allí él estaba ensayando con su grupo Los del Fuego”.
“Pasaron muchos años cuando volví a ver a Sandro, ya no era Roberto. En el año 96 tuve la oportunidad de verlo en un recital que dio en el teatro de San Nicolás, le comunicamos a su asistente que nos encontrábamos allí y luego nos recibió en el camarín. Yo iba con mi marido Gerardo y con Celia Roco, nos hizo pasar y estuvimos con él. Se había puesto muy contentos de vernos y allí me contó que ya había fallecido su mamá y mi papá fallecio un años después, me dijo: Anita siempre estás igual, luego lo vi de nuevo otra vez en Rosario, pero ya se veía con dificultad de salud.
El Roberto que conocí de chico era el mismo Sandro que vi en ese momento, seguía siendo igual de cordial, amable, alegre y familiar. Pero con más años. Era una persona muy reservada, su privacidad, eso siempre lo respetábamos. Él no había estudiado, cantaba con sus primos y con el tiempo comenzó a estudiar. De ser un torbellino que llegaba a la Violeta, pasó a ser el profesional que veíamos en el escenario con su música”.
De esta manera pasó por “Conectados” Ana María Cobos con sus relatos llenos de emoción y recuerdos de la infancia de un personaje tan famoso e importante para la Argentina como lo fue el inolvidable Sandro.
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