La Selección juvenil de Argentina se despidió del torneo en octavos al caer 2-0 ante Nigeria. Durante el juego, Javier Mascherano trató de dar indicaciones constantemente a sus dirigidos pero Argentina no logró superar la intensa presión individual impuesta por el equipo africano.
Desde el inicio, Mascherano anticipó el enfoque de Nigeria, que jugó hombre a hombre en todo el campo. Argentina realizó algunos ajustes en su esquema táctico, con Luka Romero como extremo izquierdo y Valentín Carboni como mediapunta. Sin embargo, los movimientos propuestos por Masche no funcionaron y Argentina tuvo dificultades para encontrar espacios y generar peligro. Solo en los últimos minutos lograron inquietar a la defensa rival.
Cada jugador argentino tuvo su marca personal, lo que dificultó el progreso del equipo y la conexión con Carboni. Luka Romero fue quien mejor se adaptó al juego y generó movilidad, abriendo espacio para Valentín Barco. Aunque se lograron buenos centros, faltó precisión en la definición.
Brian Aguirre no logró desequilibrar y tuvo problemas para presionar, mientras que Federico Redondo tuvo pocas oportunidades para influir en el juego. Tanlongo estuvo atento a los ataques de Nigeria.
Nigeria no se replegó, sino que buscó el juego físico y propuso la marca individual. Aunque Argentina generó algunas ocasiones de peligro, esta estrategia tuvo éxito para los africanos. Un pequeño descuido puede ser costoso, como se vio en el gol de Muhammad que definió tras ganarle la espalda a Giay.
Argentina atacó con determinación, pero los nervios afectaron su definición. A pesar de merecer más, la ansiedad les impidió concretar, como en la ocasión que Maestro Puch tuvo frente al arco y su disparo rebotó en un defensor. Romero fue el jugador más activo y tuvo la oportunidad más clara, pero su remate dio en el poste.
Con otro gol proveniente de un pelotazo del arquero, Nigeria selló la eliminación prematura de la Selección argentina y deja muchas preguntas en el aire sobre el futuro de Mascherano y el equipo.
