Las plantas de biodiesel en el Parque Comirsa atraviesan una situación crítica. En esta oportunidad 70 trabajadores de las plantas Biobal SA, Biocorba S.A y Refinar Bio S.A fueron suspendidos y peligran las fuentes laborales. Este panorama se suma a los 28 despedidos de Bio Ramallo, que ya lleva más de 80 días de conflicto, en donde los trabajadores despedidos no han regresado a sus puestos de trabajo, y denuncian que desde julio no están cobrando su salario.
La reciente devaluación del peso frente al dólar y la incertidumbre que existe en torno a las variables económicas se extienden como un reguero de pólvora en la agroindustria argentina. El biodiesel es una de las actividades que acusó impacto de esta situación, sobre todo en el caso de las pymes bonaerenses que se dedican al mercado interno, para volcar su producción al corte obligatorio de naftas. Unos 300 trabajadores de plantas productoras de este biocombustible en Bahía Blanca, Junín y Ramallo fueron notificados de suspensión de actividades hasta el próximo 31 de octubre.
La industria argentina del biodiesel vive dos realidades. Por el lado de las fábricas emplazadas en la zona de influencia del puerto de Rosario, que se encuentran enfocadas en la exportación, de manera paulatina empiezan a recuperar mercados, en un contexto de fuerte proteccionismo a nivel global.
En el caso de las fábricas que trabajan en el mercado interno, la realidad es diferente. La reciente decisión del Gobierno nacional de extender al precio de los biocombustibles el congelamiento de los precios del gasoil y las naftas es un golpe de nocaut para esta industria.