Preocupacion en Chubut por la muerte de 21 ballenas en Peninsula Valdes

Por GABY







En las últimas semanas, la Península Valdés, uno de los principales destinos turísticos y naturales de la provincia de Chubut, ha sido escenario de la muerte de 21 ballenas franca austral, un fenómeno que ha elevado a 71 el número de ballenas muertas en lo que va del año. Este suceso ha generado alarma en la región, que forma parte del Patrimonio Natural de la Humanidad.

Las autoridades locales han indicado que la causa probable de estas muertes es la ingesta de algas tóxicas, un fenómeno natural que se produce cíclicamente en diversas zonas marítimas del mundo. Aunque este tipo de eventos no representa una amenaza para la salud humana, los científicos están llevando a cabo investigaciones para determinar con precisión el origen de las toxinas en las algas que provocaron la muerte de los cetáceos.

Equipos de expertos en la región están analizando los niveles de toxinas en los órganos de las ballenas fallecidas🐋. Los primeros informes señalan que las muertes coinciden con el período en que las madres ballenas, tras meses de ayuno, se alimentan de manera más intensa para sostener a sus crías.

“Es necesario realizar análisis de laboratorio en los órganos afectados para confirmar la presencia de toxinas específicas. A pesar de que las floraciones algales nocivas son recurrentes, debemos comprobar si este evento tiene una causa distinta de las ocurridas en años anteriores”, señalaron desde el Programa de Monitoreo Sanitario de la Ballena Franca Austral.

Desde el 19 de octubre, el Golfo Nuevo ha sido identificado como una de las posibles áreas afectadas por estas floraciones algales, lo que ha llevado a las autoridades a coordinar esfuerzos entre distintos organismos locales, incluidos la Dirección de Flora y Fauna y el municipio de Puerto Pirámides, para la remoción y reubicación de las ballenas muertas, evitando que lleguen a las playas turísticas como ocurrió recientemente en la Playa de Las Cuevas.

Este triste suceso subraya la vulnerabilidad de la fauna marina ante eventos naturales que, aunque cíclicos, siguen representando un desafío para la conservación de especies como la ballena franca austral.





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