Desde este lunes, los precios de la nafta y el gasoil experimentarán un incremento promedio del 4%. Esta suba, aunque menor a la prevista inicialmente, responde principalmente al aumento del 1% en el impuesto a los combustibles líquidos (ICL) decidido por el Gobierno a partir del 1 de julio, junto con una devaluación mensual del 2% del tipo de cambio oficial y un ajuste similar en los biocombustibles.
El Ministerio de Economía y las principales petroleras del país – YPF, Shell, Axion y Puma – han coordinado para aplicar un aumento moderado con el objetivo de contribuir a la desaceleración de la inflación, que ha sido una prioridad en la actual política económica. Desde la asunción de Javier Milei, los combustibles han experimentado un alza de más del 110% en promedio, lo que ha llevado a una caída interanual en las ventas durante seis meses consecutivos.
Raúl Castellanos, secretario de la Cámara de Empresarios de Combustible, adelantó que se esperan nuevos aumentos en los precios de la nafta y el gasoil a principios de septiembre, debido a la depreciación del dólar y un próximo ajuste en los impuestos.
El ministro de Economía, Luis Caputo, decidió nuevamente postergar el incremento del ICL previsto en el decreto 466/2024, medida que ya había tomado en mayo y junio, para evitar un impacto mayor en la inflación. Según fuentes oficiales, si se hubiera aplicado el aumento completo del tributo, la nafta habría subido un 15% y el gasoil un 10%, únicamente por el componente impositivo. En cálculos privados, el aumento podría haber alcanzado el 18%.
Además, Caputo ha suspendido la indexación por inflación para las tarifas de luz y gas, buscando aliviar el impacto de la quita de subsidios en una época de mayor consumo debido al descenso de temperaturas. Esta decisión es parte de un esfuerzo por reducir la presión inflacionaria en un contexto de aumento de la pobreza, desigualdad y desempleo en el primer trimestre del año.