«No somos vagos, queremos trabajar» dijo Lezcano en la manifestación de ATE. «No solamente reclamamos por el hospital sino también las situaciones de anomalía que hay que corregir» y disparó «hay situaciones que obviamente a los trabajadores les molestan, que hay un mal estar generalizado de los trabajadores en los distintos ámbitos de la municipalidad, del hospital y que evidentemente lo que hacemos como organización gremial es expresar este descontento de los trabajadores» y sin mediar más palabras, abandono el tema. Lezcano puso sobre la mesa, indirectamente, para que se exponga en voz alta lo que vienen hablando en voz baja.
El descontento actual no tiene que ver con la responsabilidad local por aumentos salariales insuficientes ni falta de pagos en salarios. Pero tampoco tiene que ver con la falta de baños e instalaciones apropiadas para los empleados del cementerio o los corralones, cosa que viene pasando hace décadas y que por cierto, hay que resolver cuanto antes. En los últimos 25 años que cubrimos las demandas de los municipales, nunca llego a primer plano (en ninguna administración anterior) la demanda absolutamente necesaria de dotar a los corralones de baños y demás dependencias necesarias para los empleados.
Desde hace años, Lezcano viene planteando la falta de provisión de ropa adecuada para los empleados municipales, reclamo que nos consta, fue permanente durante la administración Santalla, junto con el reclamo por la falta de insumos y de personal adecuado en el hospital. Ahora el reclamo se redujo a indumentaria y se agregaron las instalaciones sanitarias en el cementerio y el corralón como parte del gran reclamo, pero esconde la incomodidad real del trabajador estatal, de la cual no puede hablar porque es un tema muy incómodo.
No es solo falta de baños e indumentaria.
Basta solo hablar con los empleados para que rápidamente salga a la luz el malestar del que Lezcano no hace referencia y es la presión que el estado está ejerciendo sobre todos los trabajadores, para que cumplan funciones y horarios. El malestar tiene que ver con un sin fin de medidas -a veces excesivas- que este gobierno ha decido imponer como exigencia justa a quienes trabajan para los vecinos. Cumplir con horarios de ingreso y salida y «marcar tarjeta», es natural en el ámbito privado y profundamente resistido en el estatal. A los empleados se les prohíbe ausentarse de sus puestos de trabajo en el horario que deben brindar sus servicios, y tienen que cumplir sus cargas horarias «en sus puestos» y no en sus casas. No todos estaban acostumbrados a respetar estas normas.
¿Despido de personal?… tampoco.
Lezcano no hace reclamos de despido de personal, como suele escucharse en la calle. Pero es cierto que los municipales se han sentido heridos a raíz de las bajas de personal en estado y edad de jubilarse, medida antipática que Poletti decidió llevar adelante, y que la administración anterior se había negado a regularizar, efectivamente para no pagar el costo del enojo del plantel estatal. Según el gobierno, tanto la necesidad de renovar el plantel, la necesidad de capacitar parte de los empleados, y la de detener una enorme pérdida de recursos en cargas sociales extremadamente altas para sostener personal que ya deberían haberse jubilado, era insostenible, a fin de modernizar y hacer eficiente el municipio.
Cambios en conductas, exigencias y cumplimiento.
El objetivo de profesionalizar y capacitar al plantel es un objetivo que por primera vez asoma en el ámbito estatal, más aun cuando un gobierno decide terminar con todos los contratos con privados para hacer las tareas propias del municipio. Acá se une el enojo del empleado y de los privados a los que se les terminó el curro. Este objetivo conlleva cambios que incomodan. Los cambios siempre son resistidos, pero aun el desplazamiento de quienes se jubilan, permite a otros empleados de carrera ocupar escalafones más altos, y es parte de un camino natural que debe cumplirse tarde o temprano.
Mussi: «las horas extras son solo para quienes las trabajan»
La otra gran molestia es el recorte de horas extras, sistema de sobresueldos “legal” impuesto como normalidad por la administración anterior. El festival de horas extras que no se cumplían, terminó, y es ingenuo esperar que esta medida no moleste a todos los que se beneficiaban de ella. Esta medida, es planteada por la actual gestión como necesaria para llevar adelante una administración responsable. La eliminación de dobles o triple sueldos con las que el Santallismo venía beneficiando a centenares de empleados bajo el concepto de «horas extras» fue desmantelado, y es el compromiso, no volverlo a recomponer en el futuro con los allegados al gobierno.
Todo el conjunto de medidas, pone de muy mal humor a empleados del estado, pero en todo caso, todas eran situaciones irregulares, beneficiosas para muchísimos estatales locales pero muy por fuera de lo que un gobierno debe hacer con los recursos públicos.
¿Medidas buenas? ¿medidas malas?… El tiempo mostrará la respuesta.
¿Buena política?, ¿mala política?… Cada uno puede sacar su propia conclusión. Aunque no se puede negar que se está llevando adelante un cambio, en definitiva, lo que la gente pidió en las últimas elecciones.
¿Eran las medidas apropiadas o las que votó la gente?… Para algunos son políticamente incorrectas, para otros, auto destructivas, y para quienes pueden verlo en perspectiva, aseguran que son medidas justas y necesarias para un cambio positivo y de fondo.
Tampoco se puede negar que, desde la democracia hasta la actualidad, ningún gobierno se había tomado tan en serio la responsabilidad de ordenar el estado local, aun con fallas y algunas veces muy criticable en las formas en que se llevan adelante.
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