Juicio en San Martín- Una mañana de 2014 se les metió en su casa de José C. Paz y las degolló. “Te vas a arrepentir toda la vida”, le había anticipado a la que había sido su pareja durante 11 años, luego de que lo dejara. Un jurado popular lo condenó.
Diego Fernando Triunfini (35) despertó ayer en su celda sabiendo que ese no iba a ser su último día ahí adentro. Quizá por eso en el desayuno se clavó un tenedor en un brazo. Su actitud, no tanto suicida como culposa,casi obligó a postergar la audiencia en la que un jurado popular, tras dos horas y media de deliberación, lo condenó a prisión perpetua por un ataque espeluznante:asesinó a la madre y a la abuela de su ex novia con el objetivo de arruinarle la vida.
La herida en el brazo no fue suficiente y a Triunfini igual lo llevaron al mediodía desde la Unidad N° 48 hasta los Tribunales de San Martín. Tenía el derecho de decir sus últimas palabras frente al juez, los 12 jurados, su familia y la de las víctimas. De pie, medicado, vestido de azul y derrotado, el hombre asumió su condición de culpable antes de escuchar el fallo y admitió, como si hiciera falta, que el día del crimen no había estado en sus cabales. Entre sollozos le pidió perdón a la “familia encantadora” que él había destruido el 15 de agosto de 2014. Y al jurado le imploró “otra oportunidad”. Después se encomendó a Dios.
El jurado popular no opinó sobre las oportunidades pero sí respecto del lugar y el modo en donde podría llegar a tenerlas: al menos por 25 años estará en la cárcel. Quizá Triunfini ya lo sabía. Y por eso no quiso escuchar el fallo. El juez Javier Antonucci, del TOC 6, le concedió el permiso y lo mandó de vuelta a la cárcel mientras los 12 jurados (seis hombres y seis mujeres) deliberaban. Dos horas y media después expresaron por unanimidad que el acusado era culpable de todo lo que se le imputaba: el doble homicidio agravado por ensañamiento y por venganza transversal (cuando se comete para causar sufrimiento en otra persona con la que hay o hubo una relación de pareja) de María Rita de Andrade (58) y María de Abreu Campanario (83), además de portación ilegal de arma de guerra y amenazas.
En la sala no estuvieron María del Rosario Fiumara –su ex novia, hija y nieta de las víctimas– ni su papá, Sebastián. Hubo otros familiares de las víctimas, algunos de los cuales masticaron un “cínico” en voz baja cuando Triunfini les pidió perdón.
El asesino y su ex novia habían estado 11 años en pareja. En diciembre de 2013 se separaron tras algún tiempo de convivencia, porque la chica percibió los primeros indicios de violencia. Eran agresiones verbales. Hasta ese momento, el asesino era un tipo querido por la familia de la novia y también por sus conocidos en José C. Paz, donde vivían, porque además por allí repartía agua gasificada en su camión, tras un paso frustrado por la carrera militar.
El no aceptó nunca la separación. El amor por María del Rosario, o la frustración por el “fracaso” de la pareja, lo obsesionaron. Hasta que uno de esos días de fines de 2013 el asesino marcó a fuego su futuro durante una discusión con la chica, que había decidido volver a la casa de sus padres: “Te vas a arrepentir toda la vida por esto, vas a sufrir de por vida”.
Ocho meses después, el 15 de agosto de 2014, Triunfini le dijo a un compañero de trabajo, con el que repartían las bebidas, que lo esperara dos minutos. Estacionó el camión a tres cuadras de la casa de la madre de María del Rosario y fue hasta allí caminando. La mamá de la novia conocía los problemas de la pareja. De hecho, una vez Triunfini le dijo a María Rita que se llevara de la casa a su hija porque -repitió- “si no iba a sufrir toda la vida”. Nunca imaginaron qué estaba queriendo decir.
Por eso María Rita le abrió la puerta de la casa. Eran cerca de las 10.15. Nadie sabe en qué momento Triunfini cambió la piel y pasó de ex novio a asesino. Lo cierto es que agarró el cuchillo que usaban en la casa para cortar los alimentos y degolló a las dos mujeres en menos de cinco minutos. Fueron cortes tan profundos que, según las pericias, no llegó a decapitarlas solo porque no pudo vencer la resistencia de sus columnas vertebrales.
Grandote y macizo, podría haberlas matado con las manos de haber querido. El fiscal Miguel Gragnoli comentó en la audiencia de ayer que en 30 años de trabajo en el fuero penal nunca había visto un crimen “tan horroroso y aberrante”: “Las mató para hacer sufrir a su novia. Como le había dicho”.
Triunfini -que además habría incendiado el auto del hermano de su ex novia unos días antes- asesinó a las mujeres y salió de la casa tranquilamente. Pero al saltar la reja le quedó enganchado un guante con sangre. A los pocos metros, un bombero le interrumpió el paso porque lo vio sospechoso. Además, tenía sangre en las zapatillas. El asesino le apuntó con un revolver calibre 38 y le dijo: “Salí de acá porque te quemo”. Claudio Palacios, el bombero, lo dejó ir unos metros y lo siguió de lejos hasta que se cruzó con la Policía ylo detuvieron.
“Mi mamá vio morir a su hija durante dos minutos y luego la mataron a ella. Este hombre es un sádico”, comentó a Clarín una de las hermanas de María Rita.
Fue un rato antes de que, llorando, Triunfini intentara conmover a los 12 hombres y mujeres del jurado popular: “Jamás imaginé en mi vida que iba a vivir una cosa como esta. Acataré y quedaré a la voluntad de Dios. A la familia los amo como amé a Rosario y a Rita y a la abuela. Sólo Dios sabe por qué pasan las cosas. Pido disculpas a todo el mundo. Que Dios me proteja”.
No conmovió a nadie.
Fuente:Clarin
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