Presentaba múltiples golpes y tenía una media metida en la boca, los estudios preliminares realizados sobre el cadáver determinaron que murió por asfixia.
El horror por la muerte de Daiana generó una vorágine de opiniones en las redes sociales, y distintos medios de comunicación, donde además de no respetar el dolor familiar, inconsciente o conscientemente justificaban la muerte, juzgando desde su vestimenta hasta sus actitudes. Las fotos íntimas del cuerpo se exponían fomentando el chiste misógino.
¿Desde cuando un short de jean es una excusa para matar una mujer?, ¿Porqué los hombres cosifican a la mujer y se atribuyen derechos sobre las antes mencionadas de pertenencia y propiedad?, ¿Por qué la violencia de género se manifiesta en distintas formas cosechando más víctimas femeninas cada año?
Son cuestionamientos que nacen en base a estadísticas:
En 2013 hubo un femicidio cada 30 horas en la Argentina.
En total fueron 277 mujeres las asesinadas en 2014. La gran mayoría fue víctima de la violencia ejercida por sus propios esposos o parejas con quienes convivían. Detrás de cada una de estas muertes hay una historia, una familia destruida, proyectos truncados e hijos que quedan sin madre.
Es paradójico que el 8 de marzo se haya celebrado el Día Internacional de la Mujer, y días después se encontrara uno de los tantos cadáveres que la violencia de género nos planta en la sociedad pasando casi desapercibida por la población. Una vez más se llevan a una de nosotras, de nuevo tenemos que lamentar una muerte por la condición de ser mujeres, piensen, queridos hombres de esta sociedad que somos las madres, las hijas, las abuelas, las amantes, las vecinas, las tías, las primas, que tenemos derechos, los mismos que ustedes, y no quiero caer en el error de la generalidad, hablo y les hablo a todos aquellos hombres que entienden por “cosas” el cuerpo de una mujer.
Que maten mujeres y las desechen como basura, no se puede naturalizar, a pesar de convivir con este tipo de noticias. La conciencia social debe establecer en la sociedad que las mujeres puedan vestir como gusten y puedan decidir con su vida a su gusto, pero que sólo ellas puedan hacerlo, porque sólo ellas son las dueñas, nadie más.
Tal como manifestó la escritora Selma Almada “Ni una chica menos, ni una muerta más”
Escrito por Paula Dusso.
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