La conveniencia individual, por sobre el partido.
La crítica interna por la falta de renovación, retumba en voz baja. Poletti volvió a estar más presente y visible en Ramallo, recién a fin del 2014, a raíz de las audiencias públicas que llevo adelante con otros concejales. Antes había estado casi desaparecido ocupando el otro cargo que ejerce en simultaneo, en el ministerio del interior. Ahora Randazzo ya no está, el alineamiento será con Scioli, al que se recontra cansaron de criticar por no ser un «K» puro, por ser el representante de «las corporaciones» y no representar al Cristinismo, sobre todos los militantes más fanáticos. Ahora, es hora de ser Sciolistas para asegurar una continuidad que no será tal. Es hora de mutar de golpe ya que no queda demasiado tiempo para doblar las opiniones, posturas y reacomodarse al nuevo discurso.
Un poco de ego; un caudal de votos que ganó caminando las calles durante muchos años y que según el mismo “no piensa regalar”; la ambición de colarse en un rio revuelto, enrarecido por los coletazos del Massismo local y el Santallismo; un panorama que lo podría dejar en una buena situación con Scioli encabezando la boleta; y un Santallismo herido y tal vez resquebrajado con votos que podrían correrse hacia el GEN o al Frente Renovador, fue la combinación que hizo que su obsesión por ocupar la intendencia, lo obligue una vez más a «tirarse a la pileta», a no apoyar una nueva línea unida, donde debería haber tenido la grandeza de acompañar en lugar de encabezar. «O gano yo o no gana nadie del peronismo, tal vez pensó Poletti y se vuelve a repetir el escenario de 2011» declara un militante enojado, que apoya a otra lista del FPV. Según militantes del propio justicialismo, es la misma lógica que ocasionó los fracasos anteriores, uno tras otro, convirtiéndolo en el candidato peronista más perdedor de elecciones, en Ramallo.
El peronismo que no aprueba a «Muni» Poletti, lo llama el más perdedor, pero eso solo hace referencia a votos en elecciones generales para intendente. Porque a la vez, es el que más votos «arrastra» dentro del peronismo, sin contar que perder la intendencia le sirvió para quedase con un doble cargo por una década y pico. Poletti en términos económicos fue el «más ganador» ya que laboralmente hablando, se pudo dar el lujo de rendir a medias en los dos trabajos, pero cobrar por el total.
Y peor aún, parte de la tropa peronista lo acusa de ser el mejor socio que tuvo Santalla en estos 12 años. Poletti fue el garantizador del fracaso justicialista, impidiendo que nadie se asome por sobre su cabeza. Criticado hasta el cansancio por los propios peronistas que no se animan a decirlo en voz alta, lo acusan de volver a armar una lista sectaria, e impedir el recambio del justicialismo. Una verdadera pena para los que espera más opciones y sueñan con que los que ganan solo para sus bolsillos, se corran del medio, abran el juego, y le den la oportunidad a los vecinos de votar una lista peronista renovada, o por lo menos no encabezada por él mismo, como sucede desde hace 15 años. Una crítica que no se hace en voz alta, y que especulan con votar al mismísimo pro -a nivel local- si fuera necesario, con tal que Poletti deje de «condenar» al peronismo.
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