El intento de descargo, con acusaciones directas, que hizo la Unión Cívica Radical de Ramallo dejó al desnudo la interna que vive ese espacio político. Solo el núcleo duro del ex intendente Ariel Santalla salió a mostrarse junto a los “perseguidos” políticos y mediáticos, dejando afuera al resto de las expresiones que lo conforman.
Hace días, por medio de un comunicado de prensa, la UCR intentó victimizarse ante las denuncias que recibía uno de sus militantes, hoy funcionario del Consejo Escolar, y un funcionario público, del cual no profundizaron en detalles. El papel de víctima consistía en hacer pública una denuncia fuerte: una persecución política y mediática.
Pero, la magnitud de la denuncia necesitaba de un acompañamiento pleno. Algo que no se logró, solo el núcleo duro del santallismo se animó a poner la cara ante semejante exposición. El objetivo era victimizarse y usar una “campaña sucia”, que sirva para la campaña electoral.
Junto al comunicado, la UCR local difundió una foto de la reunión. Con una Santalla en el centro de la escena, junto a los funcionarios “agredidos”, y una serie de sequitos que acompañaron lo simbólico, y preocupante, que es denunciar una persecución. Pero lo realmente llamativo, fueron las ausencias.
La Unión Cívica Radical salió a denunciar una campaña sucia sin el acompañamiento real de sus principales caras: no estuvo ningún concejal acompañando, ni los aliados de Cambiemos, ni la Juventud Radical, y pocas autoridades del Partido. Otra imagen llamativa fue que, en las últimas apariciones de las “juntadas” radicales, todas se realizan en el comité de la ciudad de Ramallo, dejando de lado a los correligionarios de Villa Ramallo.
Campaña sucia
Con bombos y platillos, el ala santallista del radicalismo salió a denunciar campaña sucia. Tamaña denuncia no resulto efectiva, como se esperaba, y terminó por dividir aún más ese espacio. Esto provocó que el “efecto victima” se diluyera.
El juego propuesto, por quienes lo idearon, intentó mostrarse “frágiles” ante una campaña de desprestigio. El efecto no fue el deseado, y pasaron directamente a la acción directa: aprietes en las redes sociales, amenazas de acciones legales y difamaciones sobre periodistas.
La idea de este sector del radicalismo era utilizar a los medios, acusándolos de difamación, para lograr instalarse. Caído el plan original, empezaron las amenazas. Ante este comportamiento corporativo, varios militantes del radicalismo salieron a despegarse de esta situación, advirtiendo que la estrategia utilizada no era la correcta.
Incluso, desde algunos sectores criticaron esta utilización del partido para motivaciones personales, donde se buscó instalar nombres, defender corporativamente a personajes cuestionados y atacar a periodistas en nombre de la UCR.
Preguntas sin respuestas
Para el radicalismo las operaciones políticas son “un juego”, o al menos así lo interpretan. Acostumbrados a lidiar con las mieles del poder durante sus años al frente del municipio, no soportan haber perdido ese lugar de poder.
Denunciar una “campaña sucia” en su contra, sin contar con el apoyo de sus aliados políticos, ni de sus concejales en funciones, y ni hablar de la totalidad de sus correligionarios, habla a las claras de que es una “campaña sucia propia”.
Este sector del radicalismo, que es manejado a los caprichos del ex intendente Santalla, buscó hacer de esta estrategia, el inicio de la campaña electoral que busque su vuelta al palacio municipal. No solo no encontró apoyo, sino que sembró de críticas el accionar.
Decidió Santalla a enfrentarse a los medios, al oficialismo e, incluso, a sus propios partidarios. Usando a la UCR en esta cruzada, que lo expone cada vez más a una realidad de que el poder no se ocupa, sino que se construye.