Por Antolin Pandó (*)
Nací de la unión de dos familias con historias diferentes. Una abuela me contaba de un tal Yrigoyen, ese Yrigoyen del que hablaba su papá, y me entusiasmaba de a poco con Illia pero sobre todo con Alfonsín, su gran Alfonsín. Otra abuela me hablaba de Evita, de esa diosa que pasaba en tren por Gdor. Castro para darles las felices fiestas, que los había reconocido y les había hecho saber que ellos tenían tanto derecho a todo como el resto de los argentinos. Tanto me habló que me hizo amar a la rock star de la política mundial del siglo XX.
Orgánicamente decidí ingresar vía Juventud Radical a la UCR, impulsado por las ideas del yrigoyenismo y del alfonsinismo. A nivel local, y puertas adentro, participé con lo mejor que tenía o creía tener e intenté plantear lo que pensaba y lo que podíamos cambiar. Si lo hice bien o mal, ya lo sabemos; uno no se va satisfecho y es por algo. A veces, uno hace hasta donde puede también. Y como vengo escuchando estos días, sin consensos colectivos no hay triunfos. Pero hay que discutir el fondo de esos consensos colectivos, no hay que dejarlos nunca a merced del neoliberalismo.
Después del 14 de marzo de 2015, con la Convención de Gualeguaychú, abandoné la UCR y fue el inicio de un proceso de crecimiento propio, y en muchos aspectos, interno. No necesito hacer una declaración, pero en el proceso entendí que mi cambalache personal es político. Y me blindé contra todo comentario y chisme de pasillo o de comité que me ha llegado. Soy tan yrigoyenista, alfonsinista y peronista como en mi infancia, tan radical nacional y popular como en mi adolescencia. Esto es lo que me hace, me transforma y me interpela constantemente. Y me interpela el feminismo, como asimismo me interpela mi posición privilegiada respecto a otros en esta sociedad. Estoy en construcción y de deconstrucción permanente también. Todos lo estamos, y todos lo estaremos.
Hoy, en palabras de Friedrich Nietzsche, puedo decir que EL RADICALISMO (como partido) HA MUERTO. La señoría partidaria de esa clase media que ascendió socialmente con Yrigoyen, con Evita y con Alfonsín, hoy le vuelve a dar la espalda a los más necesitados. ¿En qué cabeza cabe que un partido que nació en barrios populares y con revoluciones sociales contra el liberalismo económico, hoy sea el socio político de la derecha? En mi cabeza, por supuesto, nunca va a caber.
(*) Ex presidente de la Juventud Radical de Ramallo.