En una conferencia realizada el jueves 29 de mayo, el vocero presidencial Manuel Adorni presentó una renovada versión del Servicio Militar Voluntario, apuntada a jóvenes de entre 18 y 28 años que deseen sumarse a las filas de las Fuerzas Armadas. La propuesta, articulada entre los ministerios de Defensa y Capital Humano, busca formar a los participantes tanto en valores como en oficios.
Adorni subrayó que el objetivo del programa es fomentar entre los jóvenes el esfuerzo, la disciplina, el coraje y el compromiso con la Nación. Además, los inscriptos podrán capacitarse en actividades como cocina, mecánica y vigilancia, así como finalizar sus estudios obligatorios. También se incluirán módulos de formación para actuar en situaciones de emergencia, como inundaciones e incendios.
Sin embargo, el anuncio no tardó en despertar polémica. Desde la oposición y algunos sectores vinculados a la defensa, se recordó que el Servicio Militar Voluntario ya está vigente desde 1995. El exministro Agustín Rossi fue uno de los más críticos, afirmando que no se trata de un plan nuevo, sino de una iniciativa ya existente que ahora es presentada como novedad. A su vez, cuestionó que no se aborden mejoras salariales para los soldados actualmente en funciones.
En este contexto, el nuevo impulso al programa plantea interrogantes. ¿Es una oportunidad de inclusión para los jóvenes o una estrategia de marketing político? ¿Podrá esta versión ampliar verdaderamente las capacidades de los jóvenes sin desatender las necesidades estructurales del sistema de defensa?
Por lo pronto, el Gobierno insiste en que se trata de una herramienta útil para ofrecer formación y salidas laborales, en medio de un escenario social complejo. El tiempo dirá si esta reedición logra trascender el debate político y convertirse en una política pública efectiva.