200 años del nacimiento de la provincia de Buenos Aires: un repaso de sus orígenes

Por Editor 21







Por Guillermo Raúl Moreno

Se cumple el bicentenario del surgimiento de Buenos Aires en su carácter de provincia, es decir,  dos siglos  de vida como entidad autónoma de derecho público.

En la actualidad, Buenos Aires es la provincia más extensa y poblada del país. Tiene un área territorial de 307.000 kilómetros cuadrados (superficie similar a la de Italia o Alemania). Según estadísticas oficiales, en ella viven cerca de 17 millones de habitantes   y cuenta con uno de los conglomerados urbanos más grandes del mundo, como lo es el conurbano bonaerense. En materia electoral su aporte es decisivo, pues concentra casi el 40% del padrón electoral del país.

Desde sus orígenes Buenos Aires estuvo llamada a tener un rol protagónico en el desarrollo institucional de nuestro país. Será allí que tendrá lugar el movimiento libertario de mayo de 1810, donde residirán las primeras autoridades patrias y serán sancionados los primeros estatutos, reglamentos y ensayos constitucionales anteriores a 1853.

El 2 de febrero de 1536 Pedro de Mendoza fundará el puerto de Nuestra Señora de Santa María del Buen Aire. Años más tarde, al ser creado el Virreinato del Río de la Plata en 1776 será Buenos Aires nombrada capital de la nueva jurisdicción. Su ubicación estratégica en el acceso al estuario del Río de la Plata y el desarrollo posterior de su puerto ultramarino hicieron de esa pequeña aldea una ciudad cosmopolita con una fuerte vocación de liderazgo.

Pero será recién a principios de 1820  que nacerá la Provincia de Buenos Aires  en su condición de tal. Veamos cómo ocurrieron aquellos acontecimientos a principios del siglo XIX que terminaron por definir lo que estamos comentando.

En aquel año se producirá una crisis (llamada por alguno la “crisis del año XX”), que aparejó la quiebra del poder central. Esto es, desaparecieron las autoridades generales que hasta ese momento continuaban residiendo en la última capital virreinal.

Esta crisis no constituyó un hecho aislado, sino que, por el contrario, fue el resultado de un proceso iniciado con la Revolución de Mayo de 1810. Durante la década que transcurre entre 1810 y 1820 comenzó a gestarse y a definirse en los pueblos del interior un marcado sentimiento de resistencia al “centralismo porteño”. Éstos vieron en la revolución una oportunidad para mejorar su suerte. Lejos de que tal cosa ocurriera, la situación empeoró. Los sucesos de mayo y el surgimiento de un nuevo gobierno patrio enfrentaron a los porteños con los pueblos del interior que, si bien aceptaron el fin del pacto colonial con España, descartaron de plano la nueva dependencia que les imponía Buenos Aires.

Frente al centralismo de Buenos Aires se opondrá la figura del oriental José Gervasio Artigas, “protector de los pueblos libres” quien levantará la bandera del federalismo, las autonomías provinciales y el pacto político entre todos los pueblos para organizar las instituciones de la nueva nación.

Fue así, y ante la pasividad del directorio ante la invasión de los portugueses a la Banda Oriental, que Artigas decidió enviar a su ejército para enfrentar a las autoridades centrales. De esta forma, las fuerzas combinadas del litoral vencieron en los campos de Cepeda al ejército de Buenos Aires el 1º de febrero de 1820. Las tropas directoriales estaban al mando del Gral. Rondeau, quien había asumido como Director Supremo ante la renuncia de Pueyrredón. Las montoneras que triunfaron en la batalla de Cepeda estaban comandadas por Estanislao López, gobernador de Santa Fe, y Francisco Ramírez representando a Entre Ríos, ambos lugartenientes subordinados a Artigas. Esta batalla, de escasa importancia militar, tuvo una trascendencia política extraordinaria, pues significó la caída del régimen centralista y su reemplazo por un sistema federal.

Frente a la completa derrota de los porteños en la mencionada batalla de Cepeda,  el Director Rondeau renunció a su cargo el 11 de febrero de 1820 depositando su poder en el Cabildo de Buenos Aires. Lo propio ocurrió con los miembros del Congreso. El Cabildo, de esta forma, se erigió como “Cabildo-Gobernador de la Provincia de Buenos Aires”, y convocó a elecciones para formar una Junta de Representantes, órgano encargado de nombrar a Manuel de Sarratea como primer gobernador. Fue así que en aquel día, hace doscientos años,  nació la “Provincia de Buenos Aires”.

Conforme a las instrucciones que Artigas había ordenado a Ramírez, la guerra era entre “los pueblos libres” y el Directorio y no contra el pueblo de Buenos Aires. Por lo tanto, al desaparecer la autoridad directorial el 11 de febrero y surgir una nueva entidad (la Provincia de Buenos Aires), el pueblo debería elegir libremente un nuevo gobierno y con éste se concertaría la paz.

Fue entonces que el 23 de febrero de 1820, con la firma de López, Ramírez y Sarratea, se suscribió el conocido “Tratado del Pilar,  documento de fundamental importancia en nuestra historia institucional, ya que inició el régimen de pactos argentinos como método de organización. Al mismo tiempo, puso fin definitivamente a las tratativas de imponer una monarquía en el Río de la Plata, consolidando de este modo la forma republicana de gobierno. Por último debemos señalar que constituyó el primer pacto que suscribe Buenos Aires en calidad de provincia.

Han pasado doscientos años de aquellos acontecimientos, los bonaerenses debimos atravesar dos siglos de marchas y contramarchas, de momentos de esplendor y de decadencia. Nuestra rica historia provincial es fiel testimonio de un pueblo de hombres y mujeres que lucharon por su territorio y por su identidad. Hoy nuestra provincia enfrenta grandes desafíos que nos vuelven a poner a prueba de cara a las nuevas generaciones que nos sucederán en esta fecunda y querida tierra.

El autor es Profesor de Historia Constitucional. Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales. Universidad Nacional de La Plata.





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