La celiaquía es una enfermedad autoinmune crónica que afecta a una de cada cien personas en todo el mundo. Se caracteriza por la intolerancia al gluten, una proteína presente en el trigo, la cebada y el centeno, y en algunos casos, la avena. Cuando una persona con esta enfermedad, consume gluten, su sistema inmunológico ataca el revestimiento del intestino delgado, lo que puede provocar daños en su mucosa y dificultar la absorción de nutrientes.
Los síntomas de la celiaquía pueden variar de una persona a otra, pero los más comunes son los problemas gastrointestinales, como dolor abdominal, diarrea, estreñimiento y distensión abdominal. También pueden aparecer síntomas no gastrointestinales, como fatiga, anemia, pérdida de peso, dermatitis herpetiforme y problemas neurológicos.
Aunque no tiene cura, puede ser controlada mediante una dieta libre de gluten. Esto significa evitar alimentos que contengan trigo, cebada, centeno y avena, así como aquellos que puedan estar contaminados con gluten durante la producción y el procesamiento. Es importante leer las etiquetas de los alimentos cuidadosamente y tener en cuenta que algunos alimentos que no parecen contener gluten pueden tenerlo en pequeñas cantidades.
Esta enfermedad crónica ha sido objeto de un mayor interés en los últimos años, lo que ha llevado a una mayor disponibilidad de alimentos sin gluten y a una mayor conciencia sobre la enfermedad. Sin embargo, todavía hay mucho desconocimiento sobre ella, lo que puede llevar a un diagnóstico tardío o erróneo.
Es importante que las personas que sospechen que pueden tenerla acudan a su médico para hacerse las pruebas necesarias. El diagnóstico precoz puede ayudar a prevenir complicaciones a largo plazo.