Este lunes 30 de diciembre se conmemora el vigésimo aniversario de la tragedia de Cromañón, un hecho que marcó un antes y un después en la historia reciente de la Argentina. En la fatídica noche del 30 de diciembre de 2004, 194 personas perdieron la vida durante un recital de la banda Callejeros, en el boliche República Cromañón.
El incendio, originado por una bengala encendida en medio del recital, se desató cuando el techo de material inflamable se prendió fuego, provocando una rápida propagación de las llamas y una densa nube de humo tóxico que acabó con la vida de cientos de jóvenes que se encontraban en el lugar. La tragedia expuso las fallas del sistema de control y seguridad en los espacios de ocio nocturno, así como la falta de una respuesta estatal ante una cultura del desamparo que venía de la crisis económica de 2001.
En ese contexto, miles de jóvenes se refugiaron en el rock como una forma de expresión y resistencia. Bandas como Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, La Renga y Los Piojos, entre otras, se convirtieron en emblemas de una generación que encontró en la música una forma de pertenencia. Desde mediados de los años 90 hasta la tragedia, los recitales se convirtieron en escenarios de una cultura del “aguante”, en la que la pirotecnia, los cánticos y las banderas eran parte del show. Esa misma postura fue criticada y celebrada a la vez, pero lo cierto es que en 2004, la granada sin anilla, como la definió el Indio Solari, terminó explotando en las manos de Callejeros.
El desamparo social también estuvo marcado por una red de corrupción en los locales bailables, que operaban sin las habilitaciones necesarias y con un control estatal mínimo o nulo. El documental lanzado recientemente por Prime Video resalta la magnitud de la trama de irregularidades, que involucraba a cientos de locales de la Ciudad de Buenos Aires y otras partes del país, donde las condiciones de seguridad brillaban por su ausencia.
A 20 años de aquella noche fatídica, la tragedia de Cromañón sigue siendo un recordatorio de las profundas desigualdades y la corrupción que marcaron un periodo de la historia argentina. El dolor de las víctimas y sus familias permanece intacto, mientras el país continúa reflexionando sobre las lecciones que dejaron aquellos 194 muertos.