Argentina conmemora el Día del Inmigrante, una fecha que marca un hito en la historia del país y su relación con el mundo. Fue el 4 de septiembre de 1812 cuando el Primer Triunvirato argentino firmó un decreto que sentó las bases para la apertura de sus fronteras a inmigrantes de todas las naciones. Con estas palabras, “(…) el gobierno ofrece su inmediata protección a los individuos de todas las naciones y a sus familias que deseen fijar su domicilio en el territorio (…)”, la República Argentina abrió sus brazos al mundo.
Este gesto pionero se encuentra también reflejado en la Constitución de 1853, que en su Prólogo establece el compromiso de acoger a “todos los habitantes del mundo que quieran habitar el suelo argentino”. Esta inclusión de inmigrantes de todas las nacionalidades y culturas se ha convertido en un pilar fundamental de la identidad argentina.
La llegada de los inmigrantes a Argentina respondió a patrones mundiales de flujos de población. La mayoría de ellos dejó atrás sus países de origen sin conocer prácticamente nada sobre su futuro hogar. Sin embargo, este espíritu aventurero y la promesa de nuevas oportunidades los llevaron a embarcarse en una travesía que dejó una huella indeleble en la historia y la cultura de Argentina.
Hoy, en el Día del Inmigrante, Argentina rinde homenaje a aquellos valientes que cruzaron océanos y fronteras en busca de un mejor futuro, contribuyendo al enriquecimiento de la diversidad cultural y al desarrollo de esta nación. La herencia de estos inmigrantes sigue viva en la identidad argentina