Por Pilar Mendoza, Casa de la Mujer y la Diversidad de Ramallo.
Durante el fin de semana cuatro mujeres fueron asesinadas. No “aparecieron” muertas. Una vez más la violencia machista nos muestra su poder de la forma más brutal.
A pesar del relato mediático oficial, no son hechos aislados, sino crímenes de odio generados por un sistema patriarcal legitimado. El femicidio nuestro de cada día parece no activar los resortes de un Estado que degrada sus recursos y renuncia a su responsabilidad. Es el extremo de un abanico de violencias de género, por ahora, sólo enfrentadas por los colectivos de mujeres organizadas.
Navila Garay de 15 años, estuvo desaparecida, apareció asesinada y enterrada “como un perro” en Chascomús; Laura Cielo López de 18 años asesinada y descartada en el rio Limay en Neuquén; a Cecilia Burgadt de 42 años la asesinaron a golpes en Santa Fe; Vanesa Caro de 38 años que luego de seis meses de agonía, falleció tras haber sido prendida fuego por su pareja en Lomas de Zamora, además, en estas horas se está investigando la muerte de una joven de 17 años en un canal de riego de Mendoza.
Días atrás se dio a conocer un informe en el que detalla la cantidad de femicidios ocurridos entre el 1 de enero y el 31 de agosto de 2019 donde se contabilizó en este período 223 mujeres muertas solo por su condición de género, es decir una cada 26 horas. Una información repetida hasta el hartazgo pero que no por conocida haya sido cambiada. Lo que sí podemos afirmar sin duda alguna es que la cadena de violencias cuyo último eslabón es el femicidio confirma su permanencia y extensión por la falta de políticas públicas en materia de género.
Estas muertes son consecuencia de la violencia machista, son muertes evitables. Es por ello que seguimos exigiendo al Estado Nacional la declaración de Emergencia por violencia machista. Y la aplicación de políticas públicas de género en cada uno de los niveles del Estado para que de carácter urgente se tome medidas concretas y efectivas para la prevención, asistencia y erradicación de las violencias contra las mujeres e identidades disidentes.
Pilar Mendoza, referente de la Casa de la Mujer y la Diversidad de Ramallo.