La Confederación Argentina de Lucha por los derechos de los Abuelos se plegó al paro de actividades dispuesto por gran parte de los gremios de trabajadores del país.
En una decisión sin precedentes, organizaciones de jubilados nucleadas por la CALDA decidieron poner en jaque el sistema que tantas veces los ha tenido como objeto de promesas de campaña y que los margina económicamente desde hace décadas.
La medida afecta a la totalidad de los Laboratorios, porque los jubilados decidieron no comprar más medicamentos; también a la industria Yerbatera, porque no tomarán mate. Además, estarán cerrados los centros de jubilados, lo que le traerá complicaciones a las agencias de turismo que organiza paquetes de viajes fuera de temporada y a las agencias de quiniela y los bingos, porque los ancianos no van a timbear más.
El titular de la Asociación de Padres con hijos en edad escolar aseguró que hay una gran preocupación por la decisión de los jubilados de no cuidar más a los nietos mientras sus progenitores o tutores cumplen con sus labores rutinarias.
El paro es además un ataque a la historia viva de nuestra Nación y desde la secretaría de Cultura están en alerta porque los abuelos ya no contarán más sus anécdotas y no transmitirán más sus experiencias a los jóvenes para no chocarse con la misma y cíclica piedra.
Peor aún, la CALDA está preparando una demanda a la Nación reclamando contra el sistema previsional. Según fuentes cercanas a la institución, solicitarán que se les reintegre todo lo que aportaron a lo largo de su vida con valor actualizado al día de hoy. Lo que argumentan es que en todos estos años, los servicios que deberían recibir en retribución a sus aportes no estuvieron a la altura de lo prometido y mucho menos lo que los políticos les han anunciado en cada campaña electoral.
Qué crisis provocaría todo esto, ¿no?
La noticia no es real, pero podría ser. En todo caso, nos marca el lugar que ocupan los abuelos en nuestra sociedad. El lugar en el que todos, de alguna manera, somos parte o cómplices –aún desde la inacción- de llevarlos a ocupar.
¿Cuántas veces dirán “nuestros abuelos” o “los queridos jubilados” los futuros candidatos a las distintas bancas este año?