“Estoy muy arrepentida de lo que ha pasado pido una oportunidad por mi hijo, no quiero que quede solo”, expresó la joven santiagueña acusada de asesinar a su beba recién nacida.
El hecho ocurrió el 20 de abril de 2017 en Santiago del Estero. María Antonella López, dio a luz a su hija y tras envolverla con una remera, la arrojó en un basural municipal cercano a Pinto, a 230 kilómetros al sur de la capital santiagueña.
Antes de conocer el fallo, la joven santiagueña, que además tiene otro hijo de cuatro años, le dijo al Tribunal que la juzgó por la muerte de su beba recién nacida: “No me alcanzan las palabras para decir lo arrepentida que estoy y ahora esperar que se me dé una nueva oportunidad por mi hijo”.
Luego de dichas palabras, el Tribunal entró en un cuarto intermedio para debatir los detalles finales y poder dictar una sentencia. Sus palabras no fueron lo suficiente contundentes para los jueces, ya que mediante un fallo divido fue encontrada culpable pese a pedir piedad y mostrarse arrepentida.
La beba arrojada por su madre a un basural en la localidad santiagueña de Pinto «nació viva» y murió a consecuencia del «frío». Así lo relató el médico que practicó la autopsia, en una de las audiencias del juicio oral.
Al día siguiente, el cuerpo sin vida de la bebé fue encontrado por un niño cuando se dirigía a la escuela y un operario de la comuna reconoció la remera e informó a la policía que pertenecía a la mujer que semanas antes vio embarazada en la zona.
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