Tal como lo habían anticipado los fabricantes, se acabaron los cigarrillos en casi todos los kioscos del país, mientras que en aquellos locales que todavía existe un remanente se venden de a un atado por persona.
El escenario, preocupante para los fumadores y para los sectores industriales que viven de la comercialización de este producto, había sido advertido por British American Tobacco (BAT) y Massalin Particulares (MP) unos días después de que el Gobierno decretara la cuarentena social obligatoria, el 20 de marzo pasado, y la industria tabacalera quedara fuera de los sectores considerados esenciales.
«En Capital Federal y algunas zonas de la provincia de Buenos Aires, los cigarrillos se van a acabar en los próximos días», sostuvo Adrián Palacios, titular de la Unión de Kiosqueros de la República Argentina (UKRA).
El dirigente empresarial dijo estar esperando una respuesta de las autoridades nacionales a un pedido para que las tabacaleras retomen la producción a partir del próximo 10 de mayo.
«Le acabamos de enviar un pedido al ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, al jefe de Gabinete, Santiago Cafiero y al gobernador bonaerense, Axel Kiciloff, para que consideren esta posibilidad, teniendo en cuenta que todo el sector desarrolló un protocolo para poder llevar a cabo la actividad sin riesgos de contagio», agregó Palacios.
Para los kioscos, el desabastecimiento de cigarrillos podría provocar el cierre de un centenar de locales si se tiene en cuenta que la comercialización de este producto representa, en promedio, el 50% de la facturación para unos 100.000 puestos de venta del país.
Por su parte, desde las empresas fabricantes también se admite el desabastecimiento de la casi totalidad de sus marcas.
«No hay nada. Está la gente yendo de kiosco en kiosco, a las estaciones de servicio, haciendo filas, esperando horas», describen en una de las compañías líderes del mercado.
«Habiendo presentado los prorocolos y hecho las gestiones formales necesarias, aún no hay novedades de la reapertura de las fábricas», agregan con un tono desesperanzador para una industria de las más dinámicas de la economía, con ventas que el año pasado llegaron a los 1.658 millones de atados de 20 unidades por un monto cercano a los $135.101 millones, según datos del Ministerio de Agroindustria.
Sin embargo, todavía el Gobierno sigue manteniendo el cepo sanitario y productivo para las principales fabricantes de cigarrillos del país que ya se quedaron sin stock ya que el tabaco es un producto que se empaqueta y distribuye de inmediato.
A mitad de abril pasado, la cámara empresaria del sector envió a las autoridades una carta solicitando ser incluidas en las actividades consideradas exceptuadas de los decretos que establecieron la cuarentena social obligatoria.
Hubo negociaciones con el ministro Kulfas que tampoco dieron sus frutos, por lo cual las empresas ahora se encolumnan detrás de las provincias productoras de tabaco para encarar un lobby común que les permita retomar la actividad.
En este sentido, la Cámara de la Industrial de Tabaco viene solicitando a las autoridades nacionales que permitan la reanudación de la actividad, manteniendo todos los recaudos necesarios para preservar la salud de todos los trabajadores, de acuerdo a los lineamientos definidos por la emergencia sanitaria.
También porque es un sector importante para las cuentas públicas si se tiene en cuenta que más del 80% del precio por atado corresponde a impuestos cuya recaudación va a parar a las arcas de la AFIP.
Mientras tanto, las grandes empresas por ahora vienen asegurando el pago salarial del personal al 100%, al igual que otras más chicas como Tabacalera Sarandí, ubicada en la localidad bonaerense de Avellaneda, que tiene su planta cerrada con sus 300 operarios sin trabajar pero cobrando la totalidad de sus salarios.
Pero si el próximo 10 de mayo, cuando finaliza esta etapa del aislamiento obligatorio, el Gobierno decide mantener a la producción de cigarrillos bajo el cepo sanitario, existe la posibilidad de la pérdida de muchos puestos laborales, con algunos cierres de fábricas y una caída de volumen que sería irrecuperable en este sector Industrial.
Es más, estiman que la caída de las ventas abre un fuerte agujero fiscal y recuerdan que sólo en el 2019, el sector aportó más de $100.000 millones en concepto de tributos como los de Adicional de Emergencia, Fondo Especial del Tabaco, Impuestos Internos, IVA e Ingresos Brutos.
Advierten además que cada día en que los cigarrillos no salen de las fábricas industriales, dejan de ingresar $700 millones en impuestos a las arcas de la AFIP. Otros $200 millones dejan de ser percibidos por las obras sociales sindicales y $610 millones dejan de ingresar en concepto de impuestos nacionales, coparticipación provincial y seguridad social.
Otra de las advertencias del sector es el ingreso de masivo de tabaco ilegal proveniente de otros países limítrofes mediante contrabando que provocaría mayor desocupación y cero ingresos tributarios para el Estado nacional.
(Fuente: Iprofesional)