Marruecos se encuentra sumido en el dolor y la desesperación tras el devastador terremoto que sacudió la región del Alto Atlas, cerca de Marrakech, dejando un saldo trágico de al menos 2.500 personas fallecidas y 2.421 heridas, muchas de ellas en estado crítico, según el último informe oficial del Ministerio del Interior.
Las horas posteriores al sismo se han convertido en momentos clave para las operaciones de rescate, donde los equipos están trabajando incansablemente para buscar posibles sobrevivientes atrapados bajo los escombros de las localidades devastadas. La provincia de Al Hauz y Tarudant, al sudoeste de Marrakech, han sufrido la destrucción de aldeas enteras, dejando a muchas personas sin hogar y en estado de shock.
Entre las desgarradoras historias personales se encuentra la de Lahcen, quien perdió a su esposa y sus cuatro hijos en la localidad de Moulay Brahim, en la zona montañosa del Alto Atlas.
El mundo ha respondido con solidaridad hacia Marruecos en este momento de crisis. El país ha declarado tres días de luto nacional, y líderes de todo el mundo, incluidos España, Francia, Israel y Estados Unidos, han expresado sus condolencias a Rabat. Incluso Argelia, a pesar de las tensiones pasadas con Marruecos, ha abierto su espacio aéreo para permitir la llegada de ayuda humanitaria y evacuación de heridos.
El Banco Mundial también ha prometido su apoyo total al país en esta situación de emergencia.
El Gobierno marroquí ha aceptado la ayuda de cuatro países: España, Reino Unido, Emiratos Árabes y Qatar, que están contribuyendo con equipos de rescate para las operaciones de salvamento. Aunque la situación es devastadora, la solidaridad internacional brinda un rayo de esperanza en medio de esta tragedia sin precedentes.