Por Antolín Pando.
Desde 1990 cada 17 de Mayo se celebra el Día Internacional de Lucha contra la Discriminación por Orientación Sexual e Identidad de Género, conmemorando la eliminación de la homosexualidad de la lista de enfermedades por parte de la Asamblea General de la Organización Mundial de la Salud.
Este logro fue gracias a la lucha por el reconocimiento igualitario de derechos y para pedir que no hubiera más persecución a las disidencias. Lucha que sigue día a día a través de acciones políticas, culturales, artísticas y comunicacionales. Lo que ha sido de suma importancia para transitar el camino del cambio cultural y para avanzar en la implementación de políticas públicas que promuevan la diversidad y la igualdad para todes. Porque más allá que en las últimas décadas se ha avanzado mucho en el respeto a las distintas identidades y orientaciones sexuales, la exclusión y la violencia contra la comunidad LGBTIQ+ siguen existiendo.
Al día de hoy la “homosexualidad” está considerada como ilegal en más de 70 países. Cerca del 40% de la población mundial vive en países que la condenan a prision perpetua o pena de muerte.
Este 17, como el de cada año, es una ocasión importante para no mirar para otro lado, romper con la actitud individualista de pensar que si yo estoy bien así, el resto se la rebuscará. Las grandes luchas y los logros sociales se dieron en masa, cuando esas minorías se cansaron de ser excluidas y levantaron sus voces logrando cambios.
En la actualidad, nuestro país se caracteriza por haber dado enormes pasos de igualdad, respeto e inclusión. Pero no podemos conformarnos con esto. Con sólo mencionar que el promedio de vida de una chica trans es de 35 años o simplemente mirar en escuelas, comercios, grandes empresas, restaurantes, y notar la ausencia de mujeres trans que no tienen acceso a estos sitios y que la única salida es la prostitución.
Para analizar dónde estamos parados y ver qué nos falta para seguir avanzando en la igualdad, el respecto y la inclusión, sólo debemos mirar a nuestro alrededor y reconocer actos y gestos de homo-odio para poder desnaturalizarlos.
Todas las personas tenemos derecho a vivir libres de violencia y sin discriminación.
“La irrupción de las diversidades y disidencias en el espacio público, y en los espacios políticos, es decisivo a la hora de planificar una comunidad inclusiva, igualitaria y sin violencias. Lo fue primero en la década del ’90 y logró que el orden mundial empezara a deconstruiste contra el odio. Lo fue también en el 2010 con el matrimonio igualitario y todas las leyes de avanzada que siguieron en Argentina. Lo fue con el cupo laboral trans que aún Ramallo se niega a cumplir como la ley manda. Y lo sigue siendo cada vez que nos movilizamos, cada vez que proponemos políticas inclusivas, cada vez que ponemos el cuerpo y resistimos el negacionismo en la calle y en cada lugar que transitamos.”
“Un Ramallo para todxs, un Ramallo sin exclusión, se hace con diversidades en barrios, como hacemos con la red de asistencia de la Casa de la Mujer e Irrompibles, se hace con diversidades en los empleos, con diversidades en el deporte, con diversidades en los espacios de representación, en el Concejo Deliberante, en los lugares de toma real de decisiones. Ahora en Ramallo hay una sociedad que frente al deterioro de las instituciones, y frente al individualismo y la desconfianza de algunos liderazgos, pide representantes de carne y hueso, comprometidos, con sensibilidad y escucha, y en este sentido la Diversidad con nuestra agenda de amor, solidaridad e inclusión vamos a hacer la diferencia y trabajar con y por todos. Ramallo lo necesita”.