Cine argentino, otra grieta

Por Editor 21




Todos los miércoles, en el programa “Nosotros bien Arriba” nos visita Julián Diaz para hablar de cine, donde abordamos distintas temáticas, analizamos directores y buscamos entender a fondo el mundo de la pantalla grande. En este caso fue el turno de la industria nacional.

Es bien sabido que en los tiempos que corren los extremismos son llevados a punta de espada y con una bandera. Nos vanagloriamos de una idea considerada como la única válida, la única lógica. Digo, ¿¡cómo vas a pensar distinto a mí!? Con esta discrepancia ideológica vienen distintas ideas más pequeñas pero igual de maléficas, véase por ejemplo la tan acertada como errada idea de que todo tiempo pasado fue mejor. Idea tratada a la perfección en “Medianoche en París” por Woody Allen. El famoso síndrome de la edad de oro. Este pensamiento va de la mano con otra muy curiosa pero dañina idea; creer que todo lo de afuera es mejor. Esto se ve muy reflejado en lo que nos compete en la columna de hoy: el cine Nacional, nuestro cine, el de los mil mates, los mil “boludos”, ese tan bastardeado como aclamado, porque es así, todo tiene que ser negro, todo tiene que ser blanco.
La cuestión es algo obvia pero poco hablada. En nuestro país hay obras maestras pero también hay grandes berreteadas.

Existe un pensamiento de que todo lo que viene de Hollywood es cuasi sagrado, porque mientras más plata hay mejor es, pero déjenme decir que en los tiempos que corren las grandes plataformas no hacen más que defenestrar el cine, queriendo volver a uno un enfermo del consumismo. De ahí que nos veamos 8 capítulos al hilo de una serie que mañana olvidaremos pero cuando un prodigio del cine nos trae una obra maestra de 3 horas, nos quejamos.

¿Y esto que tiene que ver con el Cine Nacional se preguntarán? Mucho. Nuestra realidad es otra a la de Hollywood, acá la crisis azota a todas las industrias y claramente el cine es una de ellas, conseguir financiamiento para un filme es toda una odisea. Entonces cuando el monto de financiamiento es alto, se procura vender a toda costa y de ahí que los estrenos nacionales más importantes estén encabezados por “Bañeros”, “Socios por Accidente” o “Me casé con un boludo”. Y a causa de esto muy probablemente nazca ese prejuicio de “el cine argentino es una garompa” y nos cueste tanto darle una oportunidad.

Desde mi humilde lugar los invito a que le den una chance a nuestro cine, porque se pueden llevar grandes sorpresas, de hecho se ve reflejado con películas de estos últimos años, como “El Ángel” que es una película con un trabajo de producción y puesta en escena increíble o “El roblo del Siglo”, la cual en mi opinión comienza a fallar en el desarrollo de algunas ideas que quiere plantear pero que está bastante bien en general, es bueno que las películas más taquilleras comiencen a ser más cuidadas, dándole el lugar a películas con un poco de contenido.

Pero dejando estas de lado, hoy voy a traerles unas películas interesantes y salidas desde acá, de nuestro lado del mundo. Y son actuales.

La primera es “La muerte no existe y el amor tampoco”, de Fernando Salem. Interpretada por Antonella Saldicco y Justina Bustos. Está basada en la novela “Agosto” de Romina Paula.

La historia se centrará en Emilia, una joven que deberá volver a su pueblo natal en el sur del país para esparcir las cenizas de su mejor amiga. Ahí se encontrará con fantasmas del pasado.

Sin dudas el corazón de la película yace en las emociones que logra captar y transmitir su director mediante un guión y una dirección que saben hacia donde van, y sobre todo logran algo que es muy difícil: hacer llegar emociones sin caer en redundancias, sin caer en empalagosidades, sabe encontrar el equilibrio. Pero no se dejen engañar, eso no la hace menos introspectiva. El filme es un viaje hacia el pasado, hacia uno mismo. Un viaje lleno de nostalgia, lleno de tristeza, lleno de duelo. Una película que mueve un poco el centro de lo ideal, de la falsa felicidad y las comodidades. Planteando la idea de que al final el amor es igual de abstracto que la vida, algo tan complejo y difícil de entender como algo tan simple y fácil de sentir.  Llegando así a un lugar de dejarnos más preguntas que respuestas, como toda gran obra. Todo esto se ve complementado con unas actuaciones que dan la talla y más. Y como si fuera poco, la banda sonora a cargo de Santiago Motorizado es un plus increíble. Fernando Salem nos demuestra que tiene algo para contar, algo que decir o plantear, comienza a trazar su camino como autor. Y autores son los que se necesitan hoy día.

La otra elegida es una película de género. Bien es sabido que el terror no es algo que esté extremadamente en auge en el cine nacional. Por eso cuando se encuentran propuestas de este tipo son una grata sorpresa, quizás pueda empezar a sentar las bases para una seguidilla de próximas películas en el ámbito del horror.

La película en cuestión es Historia de lo Oculto, de Cristian Ponce. La historia se centra en los años 70. Donde un grupo de periodistas buscarán exponer mediante su programa “60 minutos antes de la medianoche” a personas muy importantes en el ámbito político, quienes al parecer tienen conexiones con el ocultismo y los aquelarres.

Un filme enérgico y que oscila entre el género de periodismo y thriller político, pero que poco a poco irá desenvolviéndose más y más, llegando al género de terror en cuestión. La película tiene una gran virtud y es la de saber mantener al espectador atento y pegado a la pantalla. Y más aun teniendo en cuenta la cantidad de información que esta nos trae. En ningún momento se pierde el hilo de lo que quiere contar o se desenfoca del camino que viene trazando, un camino lleno de cuestiones que uno como espectador busca resolver.

Ambas son películas del 2020, ambas son películas actuales. Y sinceramente espero que sean un puntapié inicial para que alguien se adentre más en nuestro cine, dejando prejuicios de lado. Y a partir de aquí ir hacia el pasado y encontrarse con grandes obras que nos brindó el vasto universo que es nuestro cine.

Dejar de lado esos extremismos es un paso a dar, darse la oportunidad de empezar a creer que existen grises, y en esos grises uno se puede llevar una grata sorpresa. Porque no está mal ser el fan número 1 de Bañeros, pero tampoco está bien meter en ese mejunje de malas películas a buenas obras, tratando de una industria llena de falencias a la nuestra.

Debemos recordar que el cine es entretenimiento, pero más importante aún: es arte. Cuando uno encuentra ese arte encuentra a una persona que está llena de inquietudes, de miedos, de pensamientos y cuestiones que le acomplejan. Y ese alguien busca plasmarlas en la gran pantalla y traspasarlas, dándole la oportunidad a uno de encontrarse consigo mismo mediante una película, brindando la oportunidad de repleantearnos algunas cosas o preguntarnos otras.





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