Comunicación, fallas crónicas de dirigentes privados y públicos

Por Ramallo Informa




En las épocas en las que vivimos, la falta de información hacia la comunidad, es sinónimo de ocultamiento y de malas intenciones. Un axioma social tan real como indiscutible. Es una forma de pensar que llevamos en nuestro ADN. Esta es una de varias notas del área de comunicación de Multimedio Norte de Buenos Aires, publicadas en el blog de Estación NBA.

Política, empresas, comercios e instituciones sociales, todas unidas por el mismo pecado: la ausencia o la mala comunicación. Pudiendo ahorrarse, y ahorrarle a la comunidad, decenas de malentendidos y manoseos en cuestiones fácilmente evitables o fácilmente e explicables.

La subestimación  de las prácticas de comunicación adecuadas, es una constante que va desde el turismo al comercio, instituciones intermedias, en la función pública, en las cámaras de comercio o cooperativas, agrupaciones sin fines de lucro y demás organizaciones sociales y comerciales, y en la industria o empresas con riesgo de verse cuestionadas cuando hay  dudas generadas por sus actividades.  Los responsables, cuando los hay,  dan por sentado que el hecho de comunicarse con la comunidad, es innecesario y hasta una pérdida de tiempo y recursos.

La ignorancia de los beneficios

La falta o la mala comunicación impide mostrar el esfuerzo de quien o quienes hacen algo por los demás. Impide que se conozcan los cambios o simplificaciones en favor de la gente. Impide que el público note el valor de determinados esfuerzos o el costo de poner un plan en movimiento y como los beneficiará. Impide el reconocimiento ante un nuevo emprendimiento, mejoras de un servicio o estreno de un negocio. Incluso ayuda a evitar dudas sobre quienes invierten: que, como, cuanto y porque hacen lo que hacen, sean del sector público o privado. Impide que personas o grupos cuyas decisiones afectan a los vecinos directa o indirectamente, den a conocer el motivo de sus acciones, y hasta  la prolijidad de quienes hacen bien su trabajo.

Las instituciones intermedias

No comunicar también aporta a la ignorancia de los vecinos acerca de la lucha, la evolución, el crecimiento o incluso los traspiés, de las instituciones; como también los beneficios que estas instituciones le proveen a la sociedad en su conjunto. Alguna de las excepciones a las reglas, son UPVA  y la Cooperador del Hospital José María Gomendio.

La primera tiene un manejo impecable (hasta de marketing) que abruma con información legal, científica o de opinión (y más allá de las posturas a favor o en contra que genere, uno sabe quiénes son y que buscan);  y en el segundo caso, los balances entregados a los medios de comunicación por la Cooperador del Gomendio, hacen que su prestigio sea intachable, y que nadie dude de los aportes que hacen a nuestro  Hospital. Una vez más, quien no informa, genera dudas, y quien lo hace, genera empatía y credibilidad.

¿Tienen que dar cuenta las instituciones intermedias?. La respuesta es “no” si están dispuestos a las dudas que surgirán sobre cada una. La respuesta razonablemente más  beneficiosa es “si”. Sí, deben dar explicaciones públicas y reiteradas, cuando fuera necesario. Bomberos, la Banda, Bibliotecas, y decenas de instituciones que componen la red social, dañan a la comunidad al no rendir cuentas. Al explicar sus acciones, manejo de fondos que no son propios de quienes las dirigen, sanan una relación con los vecinos. Las instituciones que menos están en tela de juicio, son las más apoyadas por los vecinos.

En general se subestima el tremendo valor de la información correcta en manos de la gente. Claro, siempre y cuando gobiernos, empresas o instituciones, realmente trabajen para los intereses de su gente.

Ente la vida, y….  “la recaudación o lo palos”

Si el gobierno, sea cual sea, se tomara en serio temas como el uso del casco, el consumo de alcohol en menores, los efectos del consumo de drogas, o las consecuencias de los embarazos en adolescentes menores, por citar algunos ejemplos,  las campañas públicas de concientización deberían estar en primer lugar en materia de comunicación.

La educación es la única manera de frenar determinados flagelos, en lugar de actuar en el final de la cadena, metiendo preso a un adolescente por un porro, o solamente cobrando multas, que pueden leerse como “necesitan recaudar”.

El ciudadano y el nulo valor de la información para los que decidimos el futuro

Un buen punto de partida, hubiera sido que conozcamos con exactitud el resultado de una auditoria seria, sobre como encontró el país con datos fiables, el actual gobierno nacional. Cuestiones como nivel de educación, de desempleo, estado de las finanzas públicas, evaluación en materia energética, portuaria, industrial, y social, entre otros.  Esto hubiera ayudado a la hora de evaluar un presente funesto y sin horizonte, como así también a la hora de decidir nuestro próximo voto, si se diera el caso de la vuelta del gobierno anterior.  Los seguidores de uno u otro sector, harían oídos sordos a la información que no les conviniera, pero un 40% de ciudadanos que racionalizan su voto, podrían decidir mejor con información precisa en sus manos.

El actual gobierno local, no ha sabido detener el impacto negativo de un aumento de impuestos, por dar un ejemplo, solo por la falta de una explicación que contraste el nivel del aumento, con los fines para los que se usara dicho incremento (redes de agua potable, asfalto, escuelas o los que fueren).

La función publica, por ser el grupo de personas elegidas y pagadas por el vecino, no solo tienen la obligación de hacerlo, sino la posibilidad de mostrar los beneficios de cada decisión, de cada obra, no solo al vecino afectado, sino a todos los demás, quienes debieran estar al tanto de las prioridades y políticas públicas de quienes nos gobiernan. La falta de comunicación masiva sobre dimensiona el hermetismo, diluye los esfuerzos, permite la creación de rumores, y peor aún, nubla la visión de cualquier gobierno, sus prioridades, motivos y objetivos, sea de una decisión como de una inversión.

La necesidad “ser comunicado” como ciudadanos por parte de las autoridades (en políticas, medidas, horarios, normas, beneficios, o simplemente los resultados de una gestión, privadas o públicas)  excede a una ronda de prensa o a un memo enviado a un medio.  Comunicar es llegar a la gente, por donde esta se nutre de información confiable.

No comunicar, es un innecesario daño auto infligido. Cuando no se explica con la suficiente pericia (e insistencia),  con los detalles necesarios, harían que el vecino elogiara o cuestionara con fundamento, en lugar de crear una maraña de especulaciones acerca de un funcionario, un gobierno, un emprendimiento comercial o una institución.  





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