De Dioses y Monstruos.

Por Joa defre







Será que pocas son las veces que uno logra encontrar cierta paz o equilibrio con el entorno que le rodea o será que como todos, no soy más que un mero reflejo de la sociedad a la que me tocó ser coetáneo, el tiempo en el tuve la chance de crecer. Como todos. Devenido de este pensamiento nace el hecho de que llevo varios días con una idea dándome vueltas y que no deja de aparecer por momentos: siempre estamos buscando un culpable, a quien juzgar, a alguien peor que nosotros. Porque somos humanos y necesitamos sosegar nuestro ego intranquilo, ¿y qué mejor forma de lograrlo que remarcando los errores del otro? Haciéndonos creer que por alguna extraña razón con el mero hecho de decir “yo no haría semejante barbaridad” ya estamos cubriendo nuestra cuota semanal de moralidad no corroída, nuestra puerta al cielo. Juzgamos al monstruo para abrazar a dios.

Me encontré buscando entre mil y un formas, contraponiendo una línea sobre otra. Todo con el objeto de visualizar la forma correcta de empezar con este escrito. Esta indecisión me llevó a darme cuenta que no era más que el mero reflejo del tema a tratar. O mejor dicho de la persona. Y no, no voy a ponerme a juzgar. Sino que como todo ser humano, no soy más que alguien lleno de irracionalidades y contradicciones. Y así me pasó con él.
Después de toda una incertidumbre y un miedo irracional, quizás al miedo de enfrentarme ahora sí con la realidad, me atreví a darle (y darme) la oportunidad de darle al botón de reproducir y ver el documental “Diego Maradona”, del año 2019 y dirigido por Asif Kapadia (Amy, Senna). Así que sí, vamos a hablar de Diego Armando Maradona. Me gustaría hacer un pedido, y es que si la figura de este hombre no te genera absolutamente nada, dejes de leer. Pero sí en cambio, te genera odio, rechazo, amor o respeto irracional, en contraposición me gustaría pedirte que por favor sigas leyendo. El documental te va a interesar.
Una de las grandes virtudes del largometraje de Kapadia es que nunca se vuelve partidario de una postura o nos impone una visión banal, vanagloriando la figura del diez al punto de enceguecer al que está viendo o condenándolo. Al contrario, se nos muestra la realidad como fue, el panorama completo.
Y así la última palabra la tendrá el espectador. Dependerá de cada uno tomar partido.
Esto último es pura y exclusivamente gracias al talento de su director, quien se complementa con el montaje de un material insólito y no antes visto de Maradona en su etapa más dorada en Nápoles. Material que cabe destacar goza de un intimismo que parece de película. Además agrega varios testimonios de distintas personas allegadas a su protagonista. Pero todo esto no tendría sentido sin la mano de Kapadia, quien junta el material y le agrega un sentido narrativo a todo lo que estamos viendo, desenvolviendo poco a poco la increíble historia de Diego. Nos cuenta una historia de gloria y decaimiento, una historia de cómo el héroe se traspone ante las adversidades y a su vez, cede ante otras. Como un héroe de la antigua Grecia, lleno de tragedia y gloria.
Su director nos muestra su forma más terrenal. Nos muestra a Diego y también nos muestra a Maradona. Nos muestra al mito, al Dios, pero también nos muestra al hijo, al padre, a la persona.
Reiterando, nos visibiliza una etapa de Maradona en Nápoles. Aquí se nos hace ver desde su relación con la mafia y las drogas hasta el hecho de ser el mejor del mundo e inclusive, más importante que el Papa. En Italia. Más que el Papa. Porque queda visto que la figura de Maradona era capaz de dividir a un país entero. Y esto claramente tenía un peso sobre la espalda de su protagonista. Reflejado sobre todo en el desolador  y abrupto final.

Desde mi punto de vista, parece que fue ayer cuando tenía 13/14 años y repetía lo que leía, sin todavía llegar a formar una idea clara de lo que me generaba Maradona, por un lado total admiración y por otro, cierta indecisión de si estaba del todo bien. Hasta que un día me topé por primera vez el increíble relato de Eduardo Sacheri, titulado “Me van a tener que disculpar”.
Desde ese instante algo cambió. Entendí que la figura de Maradona excede todo tipo de comprensión. Comprendí que además de un jugador, era un algo mucho más importante. Para aquel que necesita creer, para aquel que poco tiene. Es innegable su peso.
Fue el argentinismo en su máxima expresión. Fue la viva representación de todo un país, de toda una cultura, de toda una historia. Un tipo que sale desde la miseria absoluta, desde la represión. Y llega a lo más alto, sin olvidar de sus raíces. Y por otro lado tenemos la parte cuestionada, todos esos errores que conllevó ser la persona que era. Pero ahí está la cuestión: todo este conjunto es lo que lo hace quizás, uno de las representaciones más importante de la historia del país.
Es tan simple como fijarse en lo que generó su fallecimiento. Millones de personas alrededor del mundo rindiéndole tributo, llorándolo. Y a su vez, otras tantas ordas de personas cuestionando el dolor ajeno, “¿Cómo vas a llorar por alguien que ni siquiera viste jugar? ¿Cómo vas a llorar por alguien que hizo tantas cosas malas?”
Y hoy día, expone a cualquiera que hable de él, dejando a la luz la postura moral y gran parte de la forma de pensar de cada uno.
Porque eso era Maradona, la unión, la grieta, el Dios, el monstruo.

Documental:
Diego Maradona”.
DIR: Asif Kapadia.
Año: 2019.





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