Por qué sucedió lo que sucedió
El problema de los incendios en la Amazonia empieza a estallar un poco este año porque se da que hay un aumento del 145% en lo focos registrados entre enero y agosto interanual. O sea, repercute en destrucción que excede a la selva. Recordemos que involucra muchos países: Brasil, Perú, Colombia, Ecuador, Paraguay y Bolivia.
Las zonas en las que estamos viendo estos focos, coinciden con aquellas en donde ha aumentado la práctica de desmonte por fuego. En aquellos estados en donde lo incentivan para la práctica ganadera.
Hoy en día, la causa de la desforestación en Brasil y Argentina es hacer lugares para praderas y en segundo orden, la agricultura fundamentalmente de soja. El problema de esos incendios es lo que llamamos la “retroalimentación positiva”: a mayor intensidad de los incendios, mayor es la liberación de los gases de efecto invernadero, entre ellos, los dióxidos de carbono por la misma combustión de la madera, de los vegetales muertos y de la flora en general. Esto contribuye en los promedios de la temperatura del planeta, es decir, a medida que se quema más superficie, más dióxido de carbono y encontramos temperaturas promedio más altas en todo el planeta y en las zonas subtropicales, una gran sequía. Esto, a su vez, provoca una situación propicia para que se reproduzcan los incendios.
Está sucediendo
El Amazonas no es el único lugar que se incendia, también el África subsahariana está sufriendo incendios masivos, producto -en parte- de esta sequia extraordinaria, aunque sequias ha habido a lo largo de los millones de años que tiene el Amazonas pero vemos que hoy en día se ve intensificada.
Cuando pensamos en el fin del mundo, hablamos de que los fenómenos más extremos sean cada vez más frecuentes. No hablamos de las olas gigantes que aparecen en las películas. Económicamente sufriremos pérdidas por causa de estos desequilibrios, fundamentalmente climáticos.
Las repercusiones para la flora y fauna
El Amazonas es una eco-región que tiene probablemente la mayor diversidad en el Planeta. Esto se debe producto del origen histórico del Amazonas, hace miles de años, durante las glaciaciones. Fue una de las zonas menos afectadas por el avance de los hielos en el Sur y en el Norte, entonces muchas especies de animales y vegetales se empezaron a refugiar ahí. Cuando vemos la proporción de especias que hay con respecto a otros lugares, vemos que es muchísimo más elevada. Incluso antes de la selva que vemos, ya había mayor diversidad que en otras selvas del mundo.
Y por casa ¿cómo andamos?
La problemática del Amazonas no se reduce a salvar ese bosque. El problema ambiental no se termina ahí. Está ocurriendo en un montón de otros bosques, por el avance de la frontera agropecuaria. En Argentina, en bosques menos celebres que el Amazonas, también. Nadie habla de la deforestación en Chaco, Santiago del Estero o Salta, que hoy ostenta el campeonato mundial de desforestación en superficie de bosques nativos.
¿Qué podemos hacer?
Las acciones que nosotros podemos hacer, no es ir a apagar el fuego en el Amazonas, lo cual es algo totalmente impensable para el ciudadano de a pie, incluso para el gobierno nacional. Lo que sí podemos es empezar a proteger lo que ya tenemos, que eso es un aporte valioso y fundamental para mitigar los efectos del cambio climático, efectos que no van a sufrir solamente los bosques, sino que también lo vamos a sentir en zonas como la nuestra que es agropecuaria, al sufrir sequias cada vez más frecuentes combinadas con inversiones cada vez más frecuentes y ambas a su vez, cada vez más extremas. Vamos a tener precipitaciones por encima de lo normal cada menos lapso de tiempo y vamos a tener sequias con mayor duración, con mayor intensidad, con cada vez menos frecuencia.
(*) Por Nicolás Cerretani, miembro de UPVA