Opinión: “Es necesario generar nuevos discursos en torno al amor no vinculado a la posesión”

Por Editor 21







Es oportuno aprovechar el Día de los Enamorados para denunciar el vínculo que existe entre el amor romántico y la violencia, señalando que los mitos del amor que proclama San Valentín; el amor romántico, ideal y sin condiciones; pueden fomentar relaciones en las que se perpetúa la dominación, el sometimiento y la violencia. En este día es importante repensar las relaciones en una clave de emancipación y reconocimiento mutuo; buscado desmitificar ese concepto que al día de hoy incluye frases como «Eres mi media naranja», «lo daría todo por ti», «el amor verdadero lo aguanta todo».

Repensar estas frases permite evidenciar que son estos los estereotipos que implican que la mujer se desviva por su hombre y aprenda a soportar situaciones de abuso y malestar desde pequeña. Tal vez no se trate de que el amor en sí sea malo, sino de la manera en que se ha empleado para dominar a la mujer y hacerla dependiente, en todos los sentidos.

Las mujeres hemos sido configuradas socialmente para el amor, hemos sido construidas por una cultura que coloca el amor en el centro de nuestra identidad. “Amar es el principal deber de las mujeres” ¿Qué debemos ser las mujeres? Debemos ser seres del amor, y esto, como un mandato cultural, no es una opción, no por nuestra voluntad, sino porque es el deber ser que culturalmente se nos ha asignado, es el deber ser, que socialmente ha construido a cada mujer.

Es necesario generar nuevos discursos en torno al amor no vinculado a la posesión y a la propiedad. Es necesario asumir otro punto de partida en el amor. Para amar, el primer interés tiene que estar situado en nosotrxs mismxs, lo que exige dar respuestas a preguntas como: quién soy, qué soy, qué quiero, qué deseo, qué necesito, qué puedo, qué hago. Son preguntas que guían en un recorrido hacia la autoconciencia. Si no conozco quien soy, probablemente lo que esté haciendo al amar, es cumplir con los mandatos amorosos.

El ideal de amor romántico y la búsqueda del príncipe azul responde a unos estándares patriarcales que se presentan en forma de exclusividad; de infidelidad; de manipulación; de roles que deben cumplirse; de celos; de modelos de belleza; se presenta en las letras de canciones y de cuentos de la infancia; en las telenovelas; los deportes; las publicidades y otros discursos de circulación cotidiana y masiva que construyen y mandatan estos “modos” de construir lo femenino y lo masculino hegemónico y la trampa de “lo natural”, que convierten a las parejas en relaciones tóxicas y peligrosas.

No nacemos amando, aprendemos a amar. Por eso es importante que todas las instituciones educativas trabajen en la prevención de las relaciones toxicas, generando espacios que problematicen la violencia en el noviazgo, ya que son las instituciones educativas quienes pueden contribuir al trabajo de desnaturalización que hace falta realizar.

Contamos con una valiosa herramienta legal que avala el trabajo en ámbitos educativos como la Ley Nacional de Educación Sexual Integral (ESI) Nº 26.150, que contiene expresas directivas para impartir contenidos de educación sexual en las aulas desde el nivel inicial y hasta el nivel superior inclusive. Se trata de promover nuevas formas de relaciones entre jóvenes, mujeres y varones, posibilitadoras de vínculos horizontales y democráticos, basados en el respeto de los derechos humanos.

Deconstruir el Amor Romántico para prevenir la violencia de género surge de la necesidad que tenemos las sociedades de atenuar las desigualdades entre hombres y mujeres en torno al amor y a los comportamientos que este conlleva para cada género. El amor entre seres libres es otra cosa.

Por Pilar Mendoza Casacuberta, Casa de la Mujer y la Diversidad de Ramallo.





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