(*) Por Angy Cuevas, otra de las vecinas que llegaron a Ramallo desde Venezuela y manifestó su preocupación por la realidad que azota a su país y, en particular a su familia.
Tenemos muchas inquietudes y muchas preguntas para nuestros familiares que están allá. Sin embargo, hay esperanza de que, por fin, organismos internacionales levanten la voz y que sean partícipes de este cambio tan esperado y tan emblemático para los pueblos sudamericanos y latinoamericanos.
Es un ejemplo de lucha, porque ha sido una lucha realmente fuerte y no estamos acá por gusto. Estamos acá por necesidad, por quererle dar a nuestra familia y nuestros hijos una calidad de vida como la que se merecen.
Estamos muy agradecidos de que este país y esta ciudad nos haya abierto las puertas, pero es muy triste haber salido de nuestro país.
Tenemos muchas ganas de trabajar y hacer las cosas bien y que Dios nos conceda el milagro que tanto estamos esperando: ver a Venezuela de nuevo una tierra próspera.