¿Por qué debemos mirar?

Por Joa defre







“La búsqueda eterna.
La realidad es el reflejo del que ve.
Las respuestas. La verdad.
La belleza es quizás del que sabe ver.
Pero más aún del que no deja de buscar”.

Por Julián Díaz.

Más de una vez hemos escuchado parafrasear la oración del millón, esa que dice algo así como “los ojos son el reflejo del alma”. Dejando un poco de lado el hecho de lo trillado de dichas líneas, me gustaría plantear lo errada que se encuentra.
Supongamos por un momento que tenemos total certeza de que dicha alma existe y ésta se encuentra en algún lado de nuestro ser, de nuestro cuerpo, entonces, ¿qué vendría a ser el alma? A grandes rasgos y de acuerdo a varios significados religiosos o etimológicos, podría decirse que es aquello que nos hace sentir y pensar, que de alguna forma nos da vida. Vamos, llamamos alma a ese algo que no podemos encontrarle aún una respuesta lógica. Ese conjunto de emociones y sensaciones que sentimos pero que nunca podemos poner en palabras… ¿o sí podemos?
La realidad es que bajo mi perspectiva, la única ventana, puerta y/o reflejo del alma, no es más que el arte. Todo lo que alguna vez sentimos, vivimos o nos acomplejó está plasmado en una obra. Podemos hablar desde bandas como Sonic Youth que plasmando la vorágine incomprensible de la adolescencia, interpelando directamente a la eterna angustia y siguiendo intactos a día de hoy en generaciones actuales (de más está decir que Sonic Youth es muchísimo más que esto, tonto sería reducirla a una banda adolescente). Y también podemos hablar de poemas y escritos totalmente angustiantes y sinceros de Alejandra Pizarnik. Estos son ejemplos del reflejo de algo, de un sentir, de lo que podría decirse un alma… o varias.
Ahora bien, lo que hoy nos compete es una obra que tiene un poco de eso, del reflejo del alma, pero sobre todo de la búsqueda de la misma.

Se trata de la película alemana del año 2018, dirigida por Florian Henckel von Donnersmarck, titulada “No apartes la mirada” (Werk ohne Autor o Never Look Away).
El largometraje cuenta la historia a lo largo de varias décadas de un joven pintor. Pasaremos por la Segunda Guerra Mundial hasta la creación del muro de Berlín. En todo este tiempo lo veremos crecer, conocer gente, enamorarse, pasar por varias situaciones traumáticas. Pero sobre todo lo vamos a ver buscar. Buscar su lugar en el mundo del arte, en el mundo en general. Buscar explicaciones o el sentido a las cosas, el porqué. Básicamente un poco lo vamos a ver tratando de plasmar su historia, esa que no puede poner en palabras, la quintaesencia de su alma.
El filme es un drama que se permite grandes momentos de comedia, tristeza y romance. Todos estos momentos están perfectamente logrados desde una construcción previa tanto de guión como de personajes, creando momentos inolvidables que se complementan con una dirección perfecta por parte de su director, quien sabe dónde poner la cámara, que siempre se encuentra en el lugar perfecto, haciendo movimientos sutiles pero acertados. Además es muy fácil empatizar con los personajes. Lo cual hace que sintamos todo de forma más directa.

Empecé este escrito diciendo que los ojos no son ni el reflejo ni la ventana del alma. Son mucho más, son parte de su origen. Porque “Never Look Away” nos muestra que gran parte del todo que nos rodea se encuentra en la mirada. El arte. El cine.
Y es muy importante no apartar la mirada nunca, así que por favor, nunca lo hagamos. Sobre todo ante las injusticias, ante aquello que creamos incorrecto. Porque se necesita mirar para entender aquello que nos excede. Se necesita mirar para poder aprender sobre uno y sobre el otro. Se necesita mirar para sentir. Mirar dentro de uno mismo, mirar fuera. Miremos para sentir, miremos para decir, pero miremos. Siempre se trata de mirar.

Película: Werk ohne Autor.
Director: Florian Henckel von Donnersmarck.
Año: 2018.
País: Alemania.
Duración: 189 mins.





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