Hace tiempo que los jóvenes ya no consumimos televisión. El medio de comunicación que supo ser furor en otros tiempos ya pasados, hoy en día perdió peso y poco a poco se va degradando. Ya no interesan los chimentos entre los personajes que aparecen en los programas televisivos, nadie espera la opinión de Jorge Rial o de Marcelo Polino para formar una postura ante un suceso social. Los noticieros con su amarillismo cada vez más intenso repelen a los espectadores en lugar de atraerlos. Las primicias surgen en Twitter mucho antes de las 20 horas cuando arrancan los programas informativos. Hasta el deporte, que es de los pocos consumos que siguen atrayendo a los jóvenes, se traslada poco a poco a Facebook Watch.
Desde “Nosotros Bien Arriba”, el programa que se transmite a la mañana por Estación NBA, entrevistamos a adolescentes que afirman no consumir productos televisivos. La mayoría manifiesta ver transmisiones que los nuevos streamers hacen en plataformas como Twitch. Ni hablar de los videos de Youtube o los Instagram TV que representan el mayor porcentaje de consumo. Hace mucho tiempo que la noticia no es lo que realmente importa, sino quién la cuenta y cómo.
Es tiempo de que llegue una renovación, un cambio con un giro de 180 grados, en búsqueda de frescura, voces jóvenes, con perspectivas de género y conciencia de clase.
No creo que sea demasiado tarde para pegar el volantazo, pero ayornarse a los nuevos medios es una obligación urgente, aunque esto implique inversiones y enfrentamientos con los personajes históricos que se niegan a dar un paso al costado.