Lejos de hacer honor a lo prometido en campaña, los primeros 90 días del gobierno de Gustavo Perie cierran con prioridades diferentes. El discurso de apertura de sesiones, el pasado domingo 1°, dejo en claro cuáles serán los ejes de esta gestión en los próximos meses.
Escudados en la “situación financiera y económica” heredada, Perie eligió usar el papel de víctima para hablar ante los concejales. Esa fue su carta de presentación: “no voy hacer nada porque no tengo plata”. Obviamente desde los pupitres, y la opinión pública, se esperaba un discurso activo y propositivo, pero no, el camino fue otro.
Los primeros meses de esta gestión se caracterizaron por el “no rotundo”: no hay fondos, no se puede, no queremos. Así lleva gobernando la administración municipal, escapando a las respuestas que la comunidad le demanda.
No hay plata
El gobierno quiso instalar su relato de que encontró un municipio “en quiebra”. Los idas y vueltas de declaraciones entre la gestión anterior y los nuevos funcionarios, evidenciaron que ese intento fue endeble, la falta de sustentos técnicos y desmentidas constantes, llevaron que tanto Perie, como su secretario de Hacienda, Pablo Acosta, salieran en una serie de conferencias de prensa para lograr su cometido.
Subestimando la comprensión de los medios de comunicación, que insistían en conocer concretamente cuales eran los números del municipio, buscaron aliarse en los periodistas amigos, pero con poca efectividad. El relato de la deuda tenía muchas inconsistencias, dudas y críticas, aun así el gobierno continúo.
La carta de cambio fue el empleado municipal: amenazas de despidos, dudas en el pago de aguinaldo, salarios y horas extras, esa fue la opción elegida. El miedo como condicionador de un discurso inconsistente. Una vez más, los micrófonos amigos salieron a cazar brujas, bajo calumnias e injurias contra empleados, ex funcionarios y periodistas. Otra vez el gobierno terminó gritando solo, convenciéndose de su relato.
El malestar quedó evidenciado, y fue determinante para marcar una relación con el empleado. Por más que el intendente Perie sostenga que hoy “el empleado trabajo con una sonrisa”, la realidad dice lo contrario.
Despidos y persecución
Mostrarse duro e inflexible, despidiendo arbitrariamente fue el tiro en el pie de los primeros días del mes de enero. La decisión de despedir a casi 200 trabajadores estaba consumada, era el ariete que Perie quería usar para demoler la política de la gestión anterior de empoderamiento del empleado municipal. Afortunadamente hubo un cambio de dirección, el “reto” de los gremios más cercanos, la oposición de un sector del gabinete y la situación de enojo creciente hicieron que Perie desistiera de esa decisión.
De todas formas, los despidos llegaron: 45 trabajadores fueron cesanteados, con la promesa de que ese número se multiplique.
La idea de despedir trabajadores nació del núcleo más duro del gabinete Perie, la actitud revanchista de su Coordinador de Gabinete, Roberto Borselli, impartió la orden de perseguir trabajadores y comenzar con la danza de traspasos.
Áreas como Desarrollo Social, Habilitaciones, Obras Públicas, Seguridad, Turismo, Personal y Deportes, fueron algunas de las cuales Borselli quiso desmantelar. Las persecuciones en el área de Deportes fueron el paradigma de la gestión: amenazas, insultos, abusos y violencia fue la relación entre el subsecretario Kevin Salvatierra y los trabajadores, con invitaciones a pelear inclusive.
El caso de hostigamiento hacia el empleado Avelino Verón, es un claro ejemplo de cómo esta gestión persiguió y hostigo trabajadores. Verón, seguramente la persona más importante en la formación deportiva del futbol, declarado “vecino destacado” por el Concejo Deliberante, y baluarte incalculable de sabiduría y ejemplo, recibió el primer golpe de la persecución. Primero quitándolo del área de deporte y sus tareas, luego se intentó trasladarlo a Obras Publicas, “para hacer zanjas” según Salvatierra y la imposibilidad de que continúe al frente de los talleres, marca la saña con la que Salvatierra y Borselli avanzaron contra su integridad y estabilidad laboral, esto puso en relieve las condiciones humanas de los funcionarios.
Sin embargo, la persecución no termino allí. Esta semana se conoció otra denuncia de violencia laboral contra Salvatierra y Felipe López, de Turismo, tras encerrar y amenazar a una empleada.
“No perseguimos al trabajador” dijo Perie en su discurso de apertura, los hechos marcan lo contrario.
Un Gobierno sin respuestas
Los vecinos de Ramallo se encontraron con un nuevo gobierno que no da respuestas. No brinda servicios esenciales, se los persigue con multas y notificaciones, y se esquiva cada vez que se necesita una devolución política.
La “luna de miel” que goza cada cambio de gobierno, se vio dinamitada por la caprichosa intención de instalar el relato que carece de contenido, comprensión y comunicación. Se gobierna desde los micrófonos amigos, y no de cara al vecino.
Esta semana se vivió una situación llamativa en el Concejo Deliberante, una discusión a gritos entre Borselli y el presidente del recinto, Sergio Costoya, quien les pedía a los funcionarios que pongan la cara y den respuestas al vecino. Borselli, inerte, no acusó recibo, ocultándose una vez más detrás de su función.
El intendente se jacta de recibir en su despacho a empleados, proveedores y vecinos. Ante la situación alarmante que impera en la administración publica y el Hospital José María Gomendio, entre funcionarios, empleados y proveedores, hace que el vecino se vea relegado en su intención de obtener soluciones.
Perie quiso elevar la vara en sus primeros días de gestión, y repitió lo peor del gobierno de Poletti. Y ahí también radica su excusa: “si antes lo hacían, no se quejen ahora”, repiten como loros algunos funcionarios que son interpelados diariamente. Esa respuesta ensaya, día tras día, este gobierno.