La violencia no es inseguridad

Por Ramallo Informa




Las últimas noticias policiales de Ramallo dan cuenta de una problemática que viene en ascenso en la sociedad. La muerte parece acostumbrarse a los relatos periodísticos locales, donde hay mayor prisa en contar que analizar. Las víctimas: jóvenes que no superan la veintena de años.

Estamos inmersos en una severa crisis social, agravada por la situación económica y la ausencia del estado, donde la vulnerabilidad se apodera de la escena. En el medio, los jóvenes. Últimamente en Ramallo es común anoticiarse de la muerte de un joven tras una pelea. La violencia parece ser la única manera de solucionar los conflictos, aunque cueste la vida de alguien.

En los últimos meses tuvimos que lamentar como sociedad la muerte de tres jóvenes en diferentes hechos. La secuencia se repite: una pelea seguida de un cuchillazo y la muerte como desenlace.

Si bien la preocupación social asciende, y se alarma con estos hechos contados como “simples casos de inseguridad”, el problema que se advierte de fondo trasciende esa etiqueta. La violencia no es inseguridad, es algo peor. La violencia como fin es la incapacidad de una sociedad de resolver sus problemas.

Y aquí intervienen varios actores, como la familia, los vecinos, la escuela, el estado, etc. Hay una degradación de cada uno de los actores implicados, donde las respuestas escasean y la ausencia se hace presente.

La marginalidad y la pobreza no es condición única de la causa de la problemática, es consecuencia de ella. Aquí el problema es mayor, a otra escala, es la ausencia de un estado que no sabe cómo llegar antes que el desenlace del conflicto.

La oportunidad como esperanza

La muerte de jóvenes que no superan los 20 años marca la descomposición social que se viene acrecentando. Que un joven muera en nuestra ciudad es una manifestación compleja de un mal abordaje del problema.

Aquí se conjugan una serie de actores que están lejos de asumir su rol con creces: hay un estado ausente, municipal, provincial y nacional, que no se conmociona con estos hechos y se los quiere plantear como hechos de inseguridad.

Las prioridades no están claras, no hay contención ni oportunidad. Los barrios de Ramallo viven un panorama de incertidumbre: escasea el trabajo, el bolsillo apremia y los vicios siempre presentes. La juventud navega en ese escenario.

Detrás de eso, una sociedad que quiere ver para otro lado, que no la conmueve un pibe asesinado, y la estigma de siempre. Hoy la vida no vale mucho.

La solución no es la gorra

En Ramallo, atendiendo un pedido erróneo de seguridad, se minó de policías en las localidades. Se invirtió fuertemente en ese aspecto, se trajo fuerzas especiales y se apuntó al Intendente como jefe de la fuerza. Pero el problema no era ese. La presencia policial no pudo frenar la inseguridad y acrecentó el abuso de poder.

La juventud está entre la exclusión y la violencia. Los jóvenes están en peligro. Hay un mensaje que no está llegando con claridad, si la muerte de tres jóvenes en los últimos 5 meses no moviliza a un pueblo como el nuestro, el panorama futuro es, realmente, cada vez más triste.

 

 





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