Una breve historia de pandemia…
En un barrio perdido del interior del país un nene se trepa al ropero, manotea su guardapolvo de jardín, se abraza al portón de la casa llorando y pide ir al jardín. Las vecinas que ofician de abuelas escuchan el llanto, salen a la puerta de sus casas para ver que pasaba y comienzan a consolar en la distancia al peque. Finalmente entre la mamá y las vecinas logran que el llanto pare más no así las ganas de ir a ese lugar en el mundo único a esas edades.
Con el tiempo, cuando nos toque el turno de ser los abuelos le contaremos la anécdota heredandole aquel viejo mandato de los barrios desangelados que dicta:”Cuando uno llora, lo consolamos todos.”
Pongamos que hablo del Cruz de Palo…
Por Eduardo Izaurralde.