Pocas generaciones han tenido la posibilidad – o la desgracia – de vivir una pandemia semejante a la de estos días. Podemos justificar con ello la escasez de conocimiento y herramientas para afrontar estas cuestiones, podemos pensar que somos unos principiantes, que socialmente transitamos una pubertad donde no sabemos prácticamente nada. Somos inexpertos.
De igual manera, es momento de aprender y mirar con otros ojos nuestro alrededor. Empezar a interpretar los mensajes que dan los que nos rodean, entender hasta dónde puede moverse uno sin pisar al otro, conocer la responsabilidad de la libertad, del deseo de las personas, de los límites que tenemos.
Es estúpido – y pido disculpas por la expresión – pensar que nos hurtaron la libertad, que nos quitaron la posibilidad de salir, que nos tienen confinados. Somos libres, pero no significa que podemos hacer lo que queramos, porque nuestras acciones repercuten en la sociedad. No vivimos en libertinaje, que no se malinterprete eso. Somos seres dotados de libertad y a su vez, por consecuencia, también de responsabilidades. Sin embargo, a muchos les cuesta comprenderlo y comienzan a expresarse en contra de las medidas respecto al aislamiento, creyéndose cautivos.
Entonces estos seres comienzan a comportarse de una manera estúpida – pido disculpas nuevamente – donde reina el individualismo, los intereses propios, la desconsideración por los adultos mayores, el olvido de la comunidad. Se creen invencibles, son arrogantes, no les preocupa que un virus letal pueda llegar a su organismo y de allí trasladarse a otras personas. Poco les importa el riesgo que corren en una fiesta clandestina, en una reunión multitudinaria, en un evento que no se debe realizar. Se jactan de ser dueños de su vida y asoman la nariz por encima del barbijo – en el mejor de los casos -, no toman distancia, menosprecian lo que ocurre. Lamentablemente ser dueño de algo trae consigo responsabilidades. Si tenés un auto, debés realizar una verificación técnica por la seguridad tuya y del resto. Si tenés un perfil en una red social tenés que respetar políticas que limitan tus publicaciones. Si tenés una empresa estás obligado a trabajar bajo ciertas normas que regulan, por ejemplo, la contaminación al medio ambiente. Como en todos estos casos, si tenés un cuerpo y vivís en sociedad, tenés el deber de cumplir con las leyes del territorio que habitas y así moverte entre parámetros lógicos para el bienestar general.
Te voy a contar algo que va a ser una revelación: tener obligaciones sociales no te convierte en un recluso que tiene prohibido ser libre, todo lo contrario.
Hacenos el favor, cuidate y cuidanos, respetá las medidas de prevención. Deberás aprender a vivir en sociedad o tendrás que mudarte al medio del impenetrable chaqueño. En vos está la decisión.