Cada 21 de noviembre, Argentina celebra el Día Nacional de la Enfermería, una fecha para reconocer la crucial labor de los enfermeros y enfermeras en la salud pública. Esta conmemoración tiene su origen en 1935, cuando se fundó la Federación de Asociaciones Profesionales Católicas de Enfermería, y se eligió a la Virgen de los Remedios como patrona de la profesión.
La función de los profesionales de la enfermería va más allá de la atención diaria: son el pilar fundamental en la promoción de la salud, la prevención de enfermedades y la rehabilitación de los pacientes. Su labor se extiende desde la prevención en comunidades hasta la gestión de la salud en hospitales y centros de salud, convirtiéndose en actores clave dentro de los sistemas de atención sanitaria.
Aunque muchas veces invisibles en el proceso, los enfermeros y enfermeras trabajan en la primera línea de combate contra las enfermedades, enfrentándose a emergencias y situaciones de gran carga emocional. Son los héroes olvidados, quienes, con dedicación y sacrificio, garantizan la calidad de vida de miles de personas.
La historia de la enfermería es tan antigua como la humanidad misma. Desde tiempos remotos, aquellos que necesitaban cuidados contaron con la presencia de cuidadoras y cuidadores, aunque en ese entonces no se les reconociera como profesionales. En sus primeras formas, las figuras de nodrizas, parteras y monjas desempeñaron roles vitales en la salud de la sociedad.
Con el paso de los siglos, la profesión fue evolucionando y tomando la forma que conocemos hoy. Tras las dos Guerras Mundiales, la participación masculina en la enfermería comenzó a crecer, ampliando aún más la capacidad de respuesta frente a emergencias sanitarias.
Además de la labor física, los enfermeros también brindan apoyo emocional a los pacientes y sus familias, jugando un papel indispensable en el bienestar integral de la persona. Este 21 de noviembre, recordamos la dedicación de todos aquellos que, con empatía y profesionalismo, hacen de la salud una prioridad.